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006. ¡Empieza la aventura! ¡Y nos atacan unas Furias! Menudo comienzo más espantoso

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Mary

Grover nos buscó a Percy y a mí unas mochilas para que guardáramos nuestras pertenencias. Me eché una camiseta del campamento, un libro y un peine. Lo siento, pero mi cabello si se enredaba parecía un nido de pájaros y yo no iba a permitir caminar por el mundo mortal como una vagabunda. En la tienda del campamento me prestaron cincuenta dólares y diez dracmas, mientras que a Percy le dieron el doble. Quirón nos dio una cantimplora a Annabeth, Percy y a mí, junto con una bolsa con cierre hermético llena de ambrosía. Lo único bueno del equipaje. Y obviamente Quirón nos advirtió que su excesivo uso nos podría producir la muerte y bla bla bla. 

Annabeth trajo su gorra de los Yankees, y como bien preguntón era Percy, Annie le terminó contando que había sido un regalo de Atenea cuando cumplió los doce años. Aún recuerdo el chillido que pegó cuando le apareció por arte de magia en la cama y se puso a saltar. Fue la única vez que la vi tan contenta. Y no fue para menos con el susto que me dio al verla desaparecer cuando se puso la gorra. Juro que por un momento pensé que todo era una trampa para capturar a Annie por una razón desconocida y hubiera ido al Olimpo mismo a destrozarlo si le había pasado algo a mi mejor amiga. Luego escuché que se reía de mí, y a la que me dieron ganas de destruir fue a ella. Annie también se llevó su daga, la que le regaló Luke. Yo iba armada con un arco que me había prestado la cabaña de Apolo y que al parecer lanzaba flechas mágicas cuando yo estirara de él. Sería interesante probarlo.

Grover iba vestido como un humano normal. Llevaba sus Converse, una gorra para tapar sus cuernos y su flauta de junco que su padre le había hecho como regalo. Percy solo llevaba una mochila que parecía medio vacía. Ni siquiera llevaba un cuchillo o algo para defenderse. Bueno, como ya había demostrado tenía poderes.

Nos despedimos de los campistas, y en mi cabaña me dieron un abrazo cada uno. Lidia se mordía el labio nerviosa.

-¿Volverás?- preguntó.

-Claro que sí- contesté, aunque no sabía si sería cierto. Solo tenía la certeza de que iba a ayudar a Percy.

-Ten cuidado- advirtió Katie-. Te necesito de una pieza para regar las plantas.

-¡Interesada!- bromeé.

Después de recorrer el campamento por última vez, los cuatro nos dirigimos a la colina Mestiza, donde nos esperaba Quirón. Me puse al lado de Annie y le di un apretón de mano. Ella me sonrió. Íbamos a salir del campamento hacia el mundo mortal.

𝑫𝑨𝑵𝑫𝑬𝑳𝑰𝑶𝑵𝑺 || 𝐏𝐞𝐫𝐜𝐲 𝐉𝐚𝐜𝐤𝐬𝐨𝐧 (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora