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Las horas pasaron y ya era hora de irnos.

Mi papá ya me había avisado de que Felix vendría por nosotros en la camioneta, ya que el mismo se ofreció en venirnos a buscar.

Quien lo diría. El rata inmunda se digno a salir de la computadora (en donde siempre está metido jugando algún jueguito con sus amigos) y a venir a buscarme.

Seguramente que ya se le quemo los cables de la cabeza para que acceda así nomás.

Mientras tanto, con Maia y los demás chicos nos encontrábamos ya afuera del Bar, esperando. Pero yo aproveche a sacar foto al paisaje del cielo, ya que se encontraba en tonos naranjas y rosas por el reciente amanecer de las 6 de la mañana.

── ¿Siempre son así de pegotes esos dos? ──preguntó Valentín, quien se encontraba al lado mío desde que habíamos salido del Bar, y asiento mientras seguía capturando la imagen frente a mí.

── Ponele. Anteriormente, cuando los viejos de Mai no sabían de la existencia de Mateo, eran peor que ahora. ──comente al terminar de sacar las 15 fotos y lo miro. ──Imagínate que antes sólo podían verse una vez a la semana, a escondidas y eran insoportables. Pero es entendible.

── Si, algo sabía de que se veían a escondidas y demás.

── Y ahora que los viejos de mi amiga ya saben que andan en algo, la sospecha de que ellos se vieran más seguidos y anden menos mimosos el uno con el otro, bajaron los niveles. ──me encogí de hombros y vuelvo mi vista al celular.

── Maia es hija única, ¿no?

Asentí. ──Eso, y agrégale de que los papas son re protectores con ella.

── Ya veo. En fin, ¿y vos qué onda con tu vida? Al parecer no sos hija única. ──sonrió.

── Ojalá lo fuera, no aguanto a mi hermano. ──suspiro un toque y guardo al bloquear el celular. ──Mi vida se basa en mi casa, la escuela y en la academia de baile.

── ¿Bailas? ──asentí. ──Fuaa, con razón te movías tan bien.

Frunzo mi ceño, mientras me cruzaba de brazos. ──Si y vos no dejabas de apoyarme, eh.

Lo veo reírse. Cosa que me contagia.

── Era imposible no contenerme, te movías demasiado bien. Resultaste ser una bailarina experta.

── Ahreee. ──canturreo con sarcasmo. ──Ojalá fuera una bailarina experta. Pero gracias por el elogio.

── De nada, linda. ──se acerca y deja un beso en mi mejilla. ──Espero verte pronto por acá.

Sonrio, un poco apenada a lo que voy a decir: ── Tengo malas noticias. 

── ¿Por?

── No soy de salir mucho. Solo vine porque Maia me insistió y yo sólo accedí. Pero también por necesitaba un poco para liberar la mente.

── Ya veo. Igual, aunque no sea por acá. Espero verte pronto. ──envuelve uno de sus brazos alrededor de mi cintura y acerca su cuerpo al mío. ──Sería mucha lástima no verte.

── No te cansas de coquetear, digo. ──sonrio.

── Y teniendo a una hermosura como vos, sería imposible.

Nos quedamos mirando unos segundos hasta que la voz chillona de Maia se escucha.

── Si se van a besar, ¡háganlo! ¡De acá se nota la tensión, bobos!

Si era otra persona, le habría mandando a la mierda. Pero cómo es Maia, no lo haría. Pero si le dedique una mirada, transmitiéndole que la iba a matar.

Pero algo me sorprendió más.

── Con gusto lo hago. ──dice Valentín, agarrando de mi mentón y hace que mi mirada fuera dirigida a él. ──¿Puedo?

── No sabía que eras de pedir el consentimiento para besar.

Lo veo encogerse de hombros. ──Me gusta ser respetuoso. Pero muero por besarte, nena.

Y claro que también lo deseo. Quise decir.

── ¿Y si te hago rogar?

── Ya fue.

Antes de que yo dijera otra cosa, sus labios ya se habían apoderado de los míos.

Fua, ¿hace cuando no besaba a alguien?

Escuche el grito de Maia, y sentí mis cachetes arder un poco. Sabía que algunos nos estaban mirando, pero que más da. Lo hecho ya está.

Por un momento me perdí tanto al estar tan sumida en el beso, que trataba de seguir el ritmo lento y preciso que guiaban los labios de Valen sobre los míos. Cuando sentí que necesitaba respirar con más normalidad, me separo un toque y solté un suspiro más pesado en el momento que Valentín muerde y apresa mi labio inferior unos segundos y después lo suelta definitivamente.

Salí de esa nueva burbuja que habíamos armado, cuando la bocina de un auto nos hace salir.

Al mirar a mi costado, en la vereda de al frente, se encontraba mi hermano.

La re put-

Jeje, aveces se me olvida que tengo esta historia y tengo que actualizar

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Jeje, aveces se me olvida que tengo esta historia y tengo que actualizar.

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