Capítulo 19- Peones

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Encuéntrame afuera.

Qué atrevido eres al suponer que no estoy preocupado por otra cosa.

No te hagas el listo, Malfoy. ¿De verdad estás tan absorto en Haml

Su respuesta la cortó antes de que terminara de escribir:

Estaré allí.

No parecía especialmente contento de verla, con el pelo rubio tan frío y blanco como el sol de invierno, el abrigo negro abotonado hasta la barbilla y la bufanda verde enrollada al cuello. Hizo una mueca cuando se acercó a ella. "¿Qué quieres?"

Hermione frunció los labios y le lanzó una mirada fulminante. "No estás de buen humor hoy".

"Las tragedias de Shakespeare no suelen animarme", respondió Draco. Hizo una pausa. "De hecho, creo que tendría que haber algo muy malo en mí si lo hicieran".

A pesar de sí misma, Hermione se rió. No pudo evitar la suavidad de su mirada cuando lo miró y supo que él lo notó por la forma en que una arruga anidó entre sus cejas.

Se aclaró la garganta. "De todos modos, ¿qué querías?"

Hermione parpadeó. "Oh", dijo ella. "Sí, eso. Necesito que vuelvas a usar la Capa".

Draco levantó una ceja.

"¿Oh? ¿Y dónde piensas llevarme exactamente?"

"A algún lugar que te sirva", respondió ella, añadiendo casi como una ocurrencia tardía: "Te guste o no".

El ceño de Draco se frunció, pero la siguió al interior del castillo hasta una pequeña alcoba donde ella pudo sacar la capa de su bolso y pasársela. Hermione memorizó su rostro antes de que desapareciera; siempre la inquietaba no poder verlo.

Se aclaró la garganta cuando estuvo completamente oculto.

"Vamos entonces", dijo ella.

Caminaron en silencio, aunque a Hermione no le disgustó demasiado. Ver a Draco después de su encuentro con Harry y Ron había sido extraño. Se dio cuenta de cosas que no había notado antes; el color de sus ojos, más parecidos al hielo que al azul celeste de Ron, la punta de sus pómulos y su barbilla, la debilidad de sus cejas, la finura de su pelo comparado con los gruesos rizos de Harry. Era más o menos tan alto como Ron, aunque era esbelto donde Ron era desgarbado, y tenía la misma compostura donde Ron podía ser torpe. Hermione también se fijó en la forma en que la miraba, no suavemente como Harry, ni con las arrugas junto a los ojos como Ron, sino con firmeza, como si ella fuera un rompecabezas que disfrutaba resolviendo.

"No me estarás secuestrando, ¿verdad, Granger?" preguntó Draco, y Hermione dio un respingo, volviéndose para mirarlo, antes de darse cuenta de que no podía verlo.

Se burló, apartándose el pelo de la cara. El viento era tan feroz como lo había sido esa mañana, lo cual era una suerte para ellos; sus palabras fueron tragadas por el viento. "De alguna manera, no creo que eso nos ponga a ninguno de los dos en buena posición para tu juicio".

Se quedó callado de nuevo ante eso y Hermione extendió la mano a ciegas hacia él. Draco tomó su mano y ella la apretó.

Se dirigieron a Hogsmeade con bastante rapidez y, a pesar del frío, Hermione sintió que un rubor manchaba sus mejillas y su cuello al recordar la última vez que habían estado aquí. Deseó que pudieran quedarse en ese momento para siempre. Su conversación con Harry y Ron hace apenas una hora la hizo sentir, más profundamente que nunca, que el tiempo estaba en cuenta regresiva para el día del juicio final de Draco. Sólo pudo recitar en su cabeza una apurada retahíla de oraciones para que él estuviera dispuesto a dejarse ayudar por Harry y Ron. No podía permitir que él perdiera las pocas ganas de vivir que había salvado.

De un lugar a otroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora