Capítulo 2

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Su mascota

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Su mascota. Su talón de Aquiles.

—¿Son sus palabras o las tuyas?

—¿Acaso importa? —Un despreocupado encogimiento de hombros—. Es la verdad.

Minhyuk lanzó el cuchillo con precisión letal. Hyunwoo lo atrapó en el aire... por la hoja. La sangre escarlata resaltaba sobre el tono dorado de su piel.

—¿No fuiste tú quien sangró la última vez? —inquirió con indiferencia mientras arrojaba la daga sobre la que un momento antes había sido una alfombra de un blanco inmaculado. Apretó la mano hasta convertirla en un puño, y el flujo de sangre se detuvo al instante.

—Me obligaste a cerrar la mano sobre la hoja de un cuchillo. —Minhyuk aún sentía los latidos acelerados de su corazón después de presenciar la increíble velocidad a la que podía moverse Hyunwoo. Madre de Dios... Y se había llevado a ese ser a la cama. Lo deseaba incluso en esos momentos.

—Mmm... —Hyunwoo se puso en pie para acercarse a él.

En ese instante, aunque el arcángel había asegurado que nunca le haría daño, Minhyuk no las tenía todas consigo. Apretó las sábanas entre los dedos cuando Hyunwoo se sentó en la cama delante de él y apoyó una de las alas sobre sus piernas. El cazador se sorprendió al notar su calidez y lo mucho que pesaba. Las alas de los ángeles no eran un simple adorno... Comenzaba a descubrir que eran unos apéndices llenos de músculos, tendones y huesos y que, como ocurría con los demás músculos, había que fortalecerlos antes de usarlos. Cuando era humano, solo había tenido que preocuparse por la posibilidad de tropezar en los momentos de agotamiento extremo. Ahora debía preocuparse por la posibilidad de caer desde el cielo.

Sin embargo, no era ese el peligro que bailoteaba ante sus ojos en esos momentos.

No, lo único que veía era el azul. Antes de conocer a Hyunwoo, nunca había considerado el azul como el color del pecado, de la seducción. Del dolor.

El arcángel se inclinó hacia delante, le acaricio el cuello con esos dedos capaces de proporcionar un placer tan increíble que rayaba en el dolor..., y lo besó donde el pulso era más evidente. Minhyuk se estremeció y enterró los dedos en el cabello del arcángel. Hyunwoo lo besó de nuevo, logrando que el lánguido calor de su vientre se extendiera hacia el resto de su cuerpo en oleadas lentas y apremiantes.

Cuando vio un destello con el rabillo del ojo, comprendió que lo estaba cubriendo con polvo de ángel, esa sustancia decadente y deliciosa por la que los mortales pagaban enormes sumas de dinero. No obstante, el de Hyunwoo era una mezcla especial creada solo para él. Al inhalar las motitas, la pasión se intensificó hasta tal punto que solo podía pensar en el sexo; el dolor de sus alas, e incluso la furia, quedaron olvidados.

—Sí... —susurró el arcángel contra sus labios—, creo que no me cansaré de ti en toda la eternidad.

Eso debería haber roto el hechizo, pero no fue así. No cuando había una promesa tan sensual en sus ojos, en el tono de su voz. Minhyuk quiso acercarlo más, pero la mandíbula de Hyunwoo se puso tensa.

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