Capítulo 3

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Sin embargo, una semana después de su conversación con Kihyun, Minhyuk había dejado de pensar en la muerte para concentrarse en la venganza

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Sin embargo, una semana después de su conversación con Kihyun, Minhyuk había dejado de pensar en la muerte para concentrarse en la venganza.

—Sabía que te gustaba el dolor, pero no imaginaba que fueras un sádico —le dijo a la espalda de Sehun mientras sus músculos se deshacían en la deliciosa calidez de las aguas termales. El maldito vampiro casi lo había arrastrado hasta allí... después de estar a punto de destrozarlo con una sesión de entrenamiento destinada a fortalecer sus músculos.

Sehun se dio la vuelta y concentró el inmenso poder de sus ojos oscuros en el..., unos ojos que podrían arrastrar al pecado a un inocente... y llevar a un pecador hasta el mismo infierno.

—¿Cuándo... —murmuró él en un tono de voz que hablaba de puertas cerradas y tabúes rotos—... te he dado razones para dudarlo?

Minhyuk sintió el roce suave de las pieles en los labios, entre las piernas, a lo largo de la espalda.

Se tensó en respuesta a la potencia de su esencia, una esencia que era como un afrodisíaco para un cazador nato. Sin embargo, no se rindió, porque sabía que al vampiro le habría encantado apuntarse ese tanto.

—¿Por qué estás aquí? ¿No deberías estar en Nueva York? —Era el líder de los Siete, un grupo formado por vampiros y ángeles que se encargaban de proteger a Hyunwoo... incluso de las amenazas que él no percibía.

Minhyuk estaba seguro de que Sehun lo ejecutaría con gélida precisión si llegara a considerarlo una grieta peligrosa en la armadura de Hyunwoo. Quizá el arcángel lo matara después a él, pero tal y como Sehun le había dicho una vez: para entonces, el ya estaría muerto.

—Seguro que tus admiradores estarán llorando tu ausencia. —No pudo evitar recordar la noche que vio al vampiro en una de las alas de la Torre: Sehun tenía la cabeza enterrada en el suculento cuello de una rubia voluptuosa cuyo placer había impregnado el ambiente de un perfume sensual.

—Me rompes el corazón. —Una sonrisa falsa, el gesto divertido de un vampiro tan antiguo que Minhyuk sentía el peso de su longevidad en los huesos—. Si no tienes cuidado, empezaré a pensar que no te caigo bien. —Se quitó la camisa de lino sin parpadear (¡y allí arriba el suelo estaba lleno de nieve, por el amor de Dios!) antes de poner las manos sobre el botón de los pantalones.

—¿Quieres morir hoy? —le preguntó Minhyuk con tono indiferente. Porque si se atrevía a tocarlo, Hyunwoo le arrancaría el corazón. Aunque, por supuesto, al arcángel le resultaría difícil hacerlo... porque él ya se lo habría atravesado. Puede que Sehun fuera capaz de provocarle una intensa necesidad con esa esencia suya, pero Minhyuk no pensaba dejarse seducir. No por ese vampiro. Ni por la criatura a la que llamaba «sire».

—Es un estanque bastante grande. —Se quitó los pantalones.

Minhyuk atisbo un costado esbelto y musculoso antes de cerrar los ojos. Bueno, se dijo, consciente del calor abrasador que teñía sus mejillas, al menos eso aclaraba las dudas sobre el color de la piel del vampiro: Sehun no estaba bronceado. El exótico color miel de su piel era congénito... y perfecto.

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