Capítulo 14

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Había caído antes

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Había caído antes. Pero entonces se encontraba en brazos de un arcángel. En esa ocasión no había nada entre él y el abrazo implacable de las rocas de abajo. El pánico amenazó con consumirlo, pero fue vencido por su voluntad de sobrevivir.

Lee Minhyuk nunca se rendía.

Apretó los dientes y extendió las alas. Flaquearon, ya que aún estaban demasiado débiles para el vuelo, pero consiguieron aminorar la velocidad del descenso. Aunque no lo suficiente, pensó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas debido a la fuerza del viento. Empezó a sentir espasmos en la espalda.

Ni siquiera un inmortal (y mucho menos un inmortal joven) podría sobrevivir a semejante caída.

Su cuerpo quedaría destrozado por la velocidad del impacto, y su cabeza se separaría del tronco. Eso mataba a los vampiros. Y Hyunwoo había dicho que...

—¡Ay!

Una poderosa ráfaga de viento le hizo dar vueltas en espiral. Una descarga de terror en su torrente sanguíneo.

En ese momento, unos brazos lo sujetaron con muchísima fuerza. Unos brazos que jamás habría confundido con los de ningún otro. Los brazos de Hyunwoo.

Descendieron varios metros más gracias al aumento de velocidad ocasionado por el impacto de la recogida, antes de que Hyunwoo recuperara el equilibrio y se elevara a toda velocidad. Minhyuk le rodeó el cuello con los brazos, temblando por el alivio.

—Parece que siempre me recoges cuando me caigo.

Su respuesta fue un fuerte apretón.

Aterrizaron en una de las zonas despejadas del precipicio, la más próxima al hogar angelical oculto por los largos dientes de la pared escarpada de roca.

—Vale, lección número uno —dijo Minhyuk, que intentaba volver a aprender a respirar mientras Hyunwoo lo dejaba en el suelo—: nunca asumas que habrá tierra bajo tus pies.

—Debes dejar de pensar como un humano. —La voz de Hyunwoo era un látigo —. Hoy, eso podría haberte matado.

Minhyuk levantó la cabeza de golpe.

—No puedo dejar de hacerlo sin más. No he conocido otra cosa.

—Pues aprende. —Le cogió la barbilla entre los dedos—. O morirás.

Su primer impulso fue contraatacar, pero algo lo detuvo. Quizá fuera la vida que había en juego, o quizá fue el modo en que sus alas se cerraron en torno a él para protegerlo del viento helado a pesar de sus palabras furiosas.

—Tengo que volver dentro —le dijo—, para ver si he cometido algún error al seguir el rastro.

Hyunwoo sujetó su barbilla unos instantes más, y luego apresó sus labios con la boca. Todavía estaban inmersos en el furioso alivio del beso cuando remontó el vuelo y lo llevó hasta la entrada de la casa de Seok. Aunque tembloroso, Minhyuk entró con decisión en la casa, puso todos sus sentidos en alerta... y llegó a la misma conclusión.

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