Minhyuk se aferró a la barandilla del balcón y se asomó para ver el cañón, que descendía con una oscura promesa. Desde allí, las rocas parecían dientes afilados, dispuestos a cortar y desgarrar. Se agarró con más fuerza cuando el viento helado amenazó con empujarlo hacia esas implacables mandíbulas.
—Hace un año —murmuró—, ni siquiera sabía que existía el Refugio. Y ahora... aquí estoy.
Una caótica ciudad de mármol y cristal, exquisita en todos los sentidos, que se extendía en todas direcciones bajo el calor abrasador del sol. Los árboles de hojas oscuras proporcionaban balsámicas áreas verdes a ambos lados del inmenso cañón que dividía la ciudad, y las montañas copadas de nieve reinaban en el horizonte. No había carreteras, ni edificios altos, nada que perturbara su elegancia sobrenatural.
No obstante, y a pesar de su belleza, había algo extraño en ese lugar, algo que hacía pensar que la oscuridad acechaba bajo la esplendorosa superficie. Tras inhalar el aire impregnado de la hiriente gelidez de los vientos procedentes de la montaña, Minhyuk levantó la vista... hacia los ángeles. Había cientos de ángeles. Sus alas llenaban el cielo de esa ciudad que parecía haber surgido de la propia roca.
Los mortales que sufrían shock angelical, aquellos que se quedaban literalmente hechizados al ver las alas de los ángeles, habrían llorado ante la mera idea de encontrarse en ese lugar lleno de los seres que adoraban. Sin embargo, Minhyuk había visto a un arcángel reírse mientras le sacaba los ojos a un vampiro; había visto cómo fingía comérselos antes de aplastarlos y convertirlos en una masa gelatinosa. Y eso, pensó con un escalofrío, no era lo que él consideraba el paraíso.
Oyó el susurro de unas alas a su espalda y luego sintió la presión de unas manos fuertes sobre las caderas.
—Estás agotado, Minhyuk. Vamos adentro.
Él no se movió de donde estaba, aunque el contacto de ese cuerpo —fuerte, peligroso e inconfundible— sobre la superficie sensible de sus alas estuvo a punto de llevarlo al éxtasis.
—¿Crees que ahora tienes derecho a darme órdenes?
El arcángel de Nueva York, una criatura letal a quien una parte de el aún temía, inclino la cabeza mas cerca de el para rozarle la nuca suavemente con los labios.
—Por supuesto. Eres mío. —Ni rastro de humor. Nada salvo posesión pura y dura.
— Me parece que no has pillado lo que significa todo ese rollo del amor verdadero. —Él lo había alimentado con ambrosía, lo había transformado en inmortal y le había dado alas... ¡Alas!... solo por amor. Por el amor que sentía por él, por un cazador mortal... que ya no era mortal.
—Da igual. Es hora de que vuelvas a la cama.
Y al momento se encontraba entre sus brazos, aunque no recordaba haber soltado la barandilla... No obstante, debía de haberlo hecho, ya que la sangre circulaba de nuevo por sus manos y sentía la piel tensa. Le dolía. Mientras intentaba descartar ese escozor sordo, Hyunwoo atravesó las puertas correderas con él en brazos para dirigirse a la magnífica estancia acristalada situada sobre una fortaleza de mármol y cuarzo, tan sólida e inamovible como las montañas de alrededor.
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Renacido
Roman d'amourUn año después de haber sido brutalmente herido, el cazavampiros Lee Minhyuk se despierta de un coma largo y reparador convertido en ángel. Un ángel con alas del color del amanecer. Un ángel que debe acostumbrarse a luchar y a amar con sus nuevas ar...