IV- Taches de rouge

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Salgo a donde el se encuentra tratando de no perderme.

—¿Hanagaki?—lo llamo—Y-yo—titubeo.

—¿Tú?—levanta la ceja expectante a lo que fuera a decir.

—Perdón por lo de esta mañana—me trago mi orgullo—Es solo que no me he acostumbrado y...

—Esta bien—dice como si nada hubiera pasado—Supongo que es parte es mi culpa. Lo siento—dice un poco apenado—Creo que es mejor si lo olvidamos.

—Oh...—suelto suavemente—También otra cosa...

—Ya conozco esa cara—¿Qué quieres saber?—rueda los ojos con burla.

—He estado leyendo un poco los libros de la habitación y no entiendo eso de los lazos—le digo.

—La habitación no tiene muchos libros sobre el tema, los principales están en la biblioteca.

Caminamos a dicho lugar en un silencio más cómodo que el de la mañana, me dejo ahí sentado esperando encontrar las respuestas que busco.

Era demasiado grande como para ser verdad, además de investigar mi lazo podría aprovechar y pasar mi tiempo rodeado de páginas, tinta y letras.

Pasar mi tiempo entre una suave brisa que reconforta los miedos de mi alma, entra paisajes majestuosos que te obligan a pensar que la existencia es perfecta y que al momento de cerrarlo te hace soltar suspiros dejándote unos minutos para agradecer a esa tinta derramada, a esa puerta a un alivio. Para después caer a la realidad.

Él entra balanceando juguetón una copa con una bebida rojiza, se sienta enfrente de mí para después empezar a leer.

Siendo muy poco cuidadoso posa esos labios granates tan jugosos en el fino cristal dejándolos levemente marcados, derrama un poco sobre las cándidas páginas de aquel libro pintándolo un poco de carmín.

—Ten cuidado—le reclamo—Si vas a ensuciar los libros mejor no ayudes.

—¿Eh?—me mira—Estoy siendo cuidadoso.

—Vas a dejar manchas rojas por todos lados—señalo su bebida—Ahora viéndolo bien ¿Eso es sangre?

—¿Por qué necesariamente sería sangre?—evade mi pregunta con otra—Igual eso no es de tu incumbencia.

—Lo es porque estás interrumpiendo mi investigación—bufo molesto—Tonto.

—Insoportable—dice rodando los ojos—Y si tanto quieres saber no, no solo es sangre también añadí tinto.

—¿Eso no es desagradable?—preguntó haciendo una mueca.

—Pues para mí no, tú por otro lado como eres un humanito—pone su dedo índice en mi frente y da varios golpes—No entiendes lo que encuentro tan agradable en esta copa.

—Puede ser—respondí con indiferencia, con la clara intención de molestarlo.

—Además trato de igualar el sabor de tu sangre—dice recargando su cabeza en la mesa con fastidio—Pero no parece funcionar.

—¿Por qué el sabor de mi sangre añadiendo vino?—pregunte.

—¿Es en serio?—arquea la ceja, lo miro confundido hasta que por fin una respuesta bastante obvia a decir verdad cruzo mi mente

—Oh, ya entiendo es por lo que dijiste cuando me mordiste la primera vez—¿Realmente sabía a vino tinto?

—Algo así, asumo que nunca lo haz probado y yo no pienso darte del mío—suelta con arrogancia.

—Igual no te pediría vino con sangre de humanos—Realmente no lo entiendo.

—Bueno si es justo eso que mencioné, ninguna sangre parece darme esa encantadora experiencia. No me lleva al éxtasis del placer para mis papilas gustativas.

—No hables de sangre enfrente de mi—respondo ante sus inusuales respuestas.

—Que aburrido eres.

Y así en total silencio continuamos por horas con la ardua investigación para romper con aquel lazo. Adentrándonos entre demasiado polvo notándose así que Hanagaki no toca en lo más mínimo aquellos atesorados objetos como lo son para mi.

Página tras página todos eran tan similares y no se encontraba entre esa tinta las respuestas buscadas... Deseadas.

Lo peor no fue el dolor de cabeza provocado por exigirme estar en un gran estado de concentración y no encontrar lo que buscaba, fue por esa mirada profunda totalmente atenta a mi.

—Deja de verme—digo molesto—Es irritante.

—¿Por qué?—se burla—Acabo de descubrir que te muerdes el labio para concentrarte—sonríe orgulloso.

No sabía que fuera tan observador.

—Igual es molesto—digo con el ceño fruncido—No me puedo concentrar.

—Eso será un problema ya que no puedo dejar de verte.

—Como quieras—aparto la mirada de él y vuelvo al libro.

—¡Vamos! Esto es estresante—bufa—Olvide porque no leo, creo que te dejare solo en esto.

—Eso no puedo discutirlo, tienes razón—froto mis ojos ya cansados—Deberíamos parar por hoy.

—Gran idea—se levanta—Ya me voy.

—¡Espera!—llamo su atención y el se gira mirándome con esos ojos azules brillando en total silencio... Esos lindos ojos cerúleos—¡Demonios eres una hermosura de ojos azules pero tú actitud es arrogante!—suelto lo primero que se me viene a la mente....

Tarde un poco en procesar lo que había dicho—N-no es...—sin hallar una explicación a como evadir eso solo digo—Sabes que olvida eso.

—No lo olvidaré—dice con sorna—Bueno ya en serio, ¿qué querías decirme?

—He pensado que debemos llevarnos bien—le digo, siento muchas dudas por la respuesta que me vaya a dar.

—Supongo, después de todo tenemos que estar juntos—me mira—¿Qué quieres hacer para conocernos mejor?

—Pues realmente no tengo una idea clara, igual no conozco de todo el lugar y...

—Habla de una vez Sano—pronuncia mi apellido—No tengo tanto tiempo.

—¡Quiero dar un paseo Hanagaki!—le sonrió en espera que asienta a mi petición—Por favor.

—Bueno—suspira—Pero llámame por mi nombre, que uses mi apellido se siente extraño.

  —¿A dónde vamos a ir?—pregunto al borde de la curiosidad.

—Ya veras—ríe, una risa tan meliflua que solo se compara con aquellos diminutos diamantes de agua chocando contra tu rostro haciéndote saber que no tienes que temer... Una lluvia gentil que hace que el tiempo se detenga y vuelva a fluir mucho más ligero... Frío y cálido al mismo tiempo.

—¿Debería preocuparme?—le pregunto antes de seguirlo.

—Mmm yo diría que no—camina hacia la puerta y la sostiene—Al menos eso creo, quizás te guste.

—¿Crees?—arqueo la ceja—Entonces no estás seguro, dime ¿Tengo otra opción más que confiar en ti?—suspiro ante sus a veces actitudes tan infantiles.

—No realmente... Lindo chico de ojos ónix.

—¡Cállate!—le alce un poco la voz—Dije eso sin pensar, eres un complemento idiota.

—Si pero un completo idiota con hermosos ojos—continua con sus burlas.

—No entiendo cómo puedes ser tan serio y tan irritante al mismo tiempo—hago una cara fastidiado.

—Repito lo dicho, eres aburrido—dice ante mi cara molesta—Tan solo vamos.

—Vamos de una vez Hanagaki—respondo ante aquellas jocosas palabras, después de todo como yo mismo lo sugerí solo me quedo resignarme a ir.

Fui siguiendo sus pasos, cómo la luna sigue al sol... Brillando con su luz y uniéndose en algo misterioso como el lugar al que me llevaría.

Vin rouge (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora