1_El comienzo

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15 de Diciembre de 1977, Denver, USA

{T/n}

Maldito invierno.

Cómo odiaba el invierno.

Y más estando en Denver.

Maldigo el día en que mis padres quisieron mudarse a este lugar. ¡No entiendía qué tenía de genial! La gente era aburrida, los chicos eran aburridos, la escuela parecía ser aburrida, las películas del cine eran aburridas... ¡Hasta el único arcade en todo el pueblo era aburrido!

Lo único interesante que he visto —en, seguramente, toda mi estadía aquí— fue una pelea brutal entre un tal Vance Hopper y un chico que nadie conocía. ¡Ese Vance casi lo asesina de un navajazo! Realmente se veía molesto, sus ojos echaban fuego, ¡y fue sólo porque el otro lo empujó!

En fin, no pasó nada más interesante en las dos semanas transcurridas desde que me mudé. Parecía que todos tenían una vida aburrida. Bueno, a excepción de mis nuevos vecinos: Gwen Blake y Finney Blake, unos niños con los que al parecer coincidíamos en edad. Por lo que escuché, Gwen soñaba con fantasmas o algo así —no lo creí a la primera, pero ya qué—, y Finney jugaba al béisbol —bien, eso no era tan interesante, pero algo es algo—.

Los conocí al día siguiente en que me mudé. Ellos estaban jugando a una guerra de bolas de nieve. Yo los observaba por la ventana del living de mi nueva casa, cuando Finney cruzó miradas conmigo, sonrió y agitó su mano en forma de saludo. Le devolví el saludo y él se volteó para decirle algo a Gwen. Rápidamente cruzó la calle y tocó el timbre de mi casa. Así que fui hasta la puerta y la abrí, encontrándome con el que sería mi nuevo mejor amigo.

—¡Hola! Tú debes ser la chica que viene de California, ¿cierto?
—Emmm, hola. Sí, soy yo... ¿Cómo sabes de dónde vengo?
—Ah –rascó su nuca–, lo escuché por ahí. Alguien esparció el rumor en el arcade y un amigo me lo comentó. Yo... quería darte la bienvenida –mostró una sonrisa bastante linda.
—Emmm, gracias –devolví la sonrisa–. ¿Cuál es tu nombre?
—Soy Finney Blake, ¿y tú?
—T/n Nyras –estrechamos las manos–. Oye...
—Dime.
—¿Puedo jugar con ustedes? Todavía no instalaron la antena y estoy muy aburrida.
—¡Claro! Pero te recomiendo que te abrigues mucho, el frío es casi mortal.
—De acuerdo... Ya regreso.
—Te esperamos enfrente –dicho eso, él regresó con la niña y yo fui a mi habitación para cambiarme de ropa.

Sonreí al recordar ese día. Fue cuando me hice mejor amiga de ambos hermanos, convirtiéndome en una hermana más.

—T/n, cielo, ya me voy al trabajo... ¿Podrías dejar el periódico en mi escritorio?
Asentí —Ajá –respondí desinteresadamente.
Besó mi frente —Dejé comida en la estufa por si tienes hambre. Sino busca en mi habitación y toma algo de dinero, puedes salir con tus amigos a comer. Cuídate... Y recuerda que nunca debes hablar con extraños.
Hice un sonido de afirmación —Sí, mamá. Descuida.
—Nos vemos en la noche –cruzó la puerta y la cerró con llave.
—Tsk, ¿con qué amigos saldré? Finney está entrenando y Gwen se fue a la casa de una amiga.

Decidí salir a caminar un rato. Si quería hacer amigos o lo que sea, una buena forma de lograrlo era saliendo de esa aburrida casa. Casi como si fuera Flash, me puse unos jeans azules acampanados muy lindos que compré en California antes de mudarme; una polera de lana con rayas anaranjadas, rojas, amarillas y celestes; mis zapatillas Vans negras favoritas; una campera de jean que combinaba a la perfección con el pantalón; unas orejeras de color rojo y unos guantes del mismo tono.

Tomé alrededor de diez dólares y la copia de las llaves que tenía. Al salir, aseguré la puerta, y al darme vuelta pasó un chico en una bicicleta lanzando periódicos a todas las casas y detrás de él venía corriendo un perro muy bonito. Según mis dos amigos, ese era Billy Showalter, el repartidor de periódicos. Asistía a la misma escuela que Gwen y Finney, y parecía ser que era algo popular entre las chicas, aunque él no les prestaba mucha atención.

Como decía, al pasar por mi casa lanzó un periódico. No sé cómo, pero de algún modo logré atraparlo. Tampoco sé por qué, pero lo seguí con la mirada hasta que dobló en la siguiente esquina. Sacudí mi cabeza y —después de volver a entrar y dejar el diario en donde mi mamá me había pedido, etcétera— comencé a caminar hacia el mismo lado que el repartidor, pues el centro del pueblo estaba en esa dirección.

{Billy}

Quizás decir que odiaba el invierno me convertiría en alguien raro. A la mayoría de las personas les gusta porque juegan a guerras de bolas de nieve, hacen muñecos de nieve, preparan chocolate caliente, entre otras cosas. Pero para mí, el frío y la nieve, era algo con lo que prefería no convivir.

Trabajaba como repartidor de diarios todos los días del año —excepto los días de escuela, ahí me reemplazaban— y eso implicaba correr el riesgo de resbalarme y caer gracias a los charcos de nieve derretida, morirme de calor, entre otras cosas.

Al terminar con el vecindario en donde un amigo mío llamado Finney Blake vivía, me dirigí al centro del pueblo para almorzar en la cafetería de al lado del arcade.

Dejé a Billy Jr. —mi peludo compañero— atado junto con mi bicicleta y entré a aquel lugar. Apenas crucé la puerta de cristal, el olor a papas fritas y hamburguesas inundó mis fosas nasales. El señor Taylor me había pagado bastante bien, así que podía darme el lujo de almorzar una buena hamburguesa acompañada de muchas papas fritas y un vaso de gaseosa grande.

Busqué una mesa libre, y al ver que no había ninguna disponible, me senté en una de las banquetas rojas frente a la barra. A mi izquierda se encontraba sentado un chico como de quince años, y a mi derecha había una chica con el cabello marrón.

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Hola ahsgsjdhdkdhkssj todo esto es medio rari, lo sé.

Tuve que resubir todo porque esta hermosa aplicación dejó de funcionar bien y no sé qué pasó que los capítulos no aparecían como publicados. Así que bueno, gracias por leer de vuelta y perdón por las molestias.

The Black Phone [Billy & Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora