Inusual V

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Capítulo 5

Inusual.

Las cosas entre Louisa y yo han ido bastante bien, de hecho, es como si el beso nunca hubiera ocurrido. Y la verdad es que me alegra, no sé qué es lo que pensaba.

Hoy es domingo, no sé cuánto tiempo paso desde que llame a ese número. No voy a mentir al decir que no he esperado una llamada o algo, porque claramente si lo he hecho, hasta Louisa dice que actuó extraño...

Ahora sí, volviendo al presente, al igual que mi amiga, estoy en mi día de descanso, ella está sentando en la barra de la cocina —viendo no sé qué en su celular—, y yo estoy sentada en uno de los sillones viejos. Llevamos casi una hora así, sin hacer nada.

Quiero decirle algo como «Oye, creo que hoy sería un buen día para hacer el tour pendiente por la ciudad», pero, no me atrevo, ya que el tour se iba a hacer aquel día del beso, y claramente seria recordar el momento. No, no.

—Camille —empieza.

No me he dado cuenta en qué momento se volteo a verme. Hago una mueca para que siga hablado, y lo hace.

—Estaba pensando que tal vez podríamos ir a comprar algunas cosas para decorar o no se.

—Voy por mis cosas y nos vamos.

—Yo iré a cambiarme —señala su ropa—, doy pena con esto.

La miro divertida antes de que ambas nos vayamos a nuestra habitación.

Casi media hora más tarde, salimos del edificio.

En este momento estamos visitando algunas tiendas en donde venden cosas para el hogar, hemos ido a dos, y en esas dos, Louisa y yo no coincidimos en los gustos. Así que eso será un poco difícil. Ella quiere algo colorido y yo algo neutro.

Vamos entrando a una tercera tienda. A simple vista, no hay gran cosa que llame mi atención, hay cosas lindas, sí, pero no tanto.

Miro de reojo a Louisa y parece que a ella si le gustan algunas cosas...

—¿Qué te parece esto? —pregunta emocionada—, creo que es bastante lindo.

Pongo una mueca de desaprobación, es un cuadro un poco grande, la mayoría de este tiene un fondo negro y algunas figuras extrañas en varios colores neón.

—Venga, tampoco hagas esa cara —hace un puchero—, no es tan malo.

—Es malísimo, Louisa...—digo con una mueca de desagrado.

Hace otro puchero y sigue caminando por el pequeño negocio. A este paso, no encontraremos nada que nos guste a ambas. Louisa tiene gustos extravenes, o urbanos, no se. No me gusta lo que me enseña.

Ayuda.

Ocho tiendas, y nada. Ella sigue mostrando cuadros, lámparas y otras cosas con colores muy neón, muy llamativos y con figuras extrañas. Según ella, mis gustos son amargados, pues lo que a mí me gusta tiene colores más neutros.

—Le hace falta color a tu vida —expresa.

Ahí está, otro comentario de esos y me tiro por la ventana.

Se detiene delante de un reloj enorme color dorado, los números no son extravagantes —como todo lo que ha visto—, el reloj este sobrepuesto en la pared, es decir, no tiene marco ni nada.

Me agrada.

—Ese es más pasable —digo con un poco de indiferencia.

—¡Ves! —sonríe de oreja a oreja—, ¡Si podemos tener algunos gustos en común!

celeste ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora