Capítulo 5

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El trino de los pajarillos lo trajo de vuelta, la luz mortecina de la mañana lo encandiló. Naruto se talló los ojos desorientado, evaluando sus alrededores. Lo primero que distinguió, fue un pequeño y acogedor departamento de paredes blancas. Pese a que no reconoció en donde se encontraba se sintió extrañamente tranquilo. Había algo en ese lugar que le resultaba muy familiar, un aroma en el aire que parecía seducirlo.

Se incorporó y se calzó sus botas.

—Que bueno que despiertas, usuratonkachi. —Sasuke se acercó a él con un cuenco de agua fresca en la mano, que dejó en la pequeña mesa de noche junto a la cama—. Parece ser que la fiebre ha remitido —dijo serio mientras le palpaba la frente.

Naruto sintió las mejillas enrojecer súbitamente, y la fiebre no tuvo nada que ver en ello.

—Tú, tú me ayudaste, teme —expresó atónito—. Pensé que me odiabas, que no querías volver a verme —murmuró bajando la mirada.

—Eres el Hokage, mi deber es protegerte —repuso Sasuke con simpleza. Aunque no pudo decirle que la decisión más sensata habría sido dejarlo en su casa.

Aún en la dimensión en donde se encontraba, Sasuke percibió con claridad cuando el chacra de Naruto se apagó, no le tomó más de dos segundos localizarlo. Lo encontró desparramado en el suelo y casi estuvo a punto de dejarlo, cuando advirtió que la familia de Naruto se había despertado. Vio la luz de la estancia prenderse, y lo embargó una ola de celos que no pudo controlar, fue un arranque visceral. No pudo con la imagen de su debota esposa cuidándolo. No, no lo permitiría. Y sin pensarlo se lo llevó con él.

Naruto lo tomó de la mano.

—Sasuke, lamento mucho lo que dije, estaba demasiado tomado. Lo que quiero decir es…

—No importa ya. Será mejor que regreses con tu familia —interrumpió apartándose de él, rompiendo todo contacto—. Olvida todo lo que pasó.

Sasuke se dirigió a la cocina, tomó un par de latas con tomates encurtidos y demás provisiones. De repente sintió una acuciante necesidad de irse, de huir de Naruto. De huir de él mismo.

—No te vayas por favor. —La voz de Naruto fue una desgarradora súplica.

—Tengo una misión que hacer.

—Por favor, no me dejes —dijo Naruto bajito, sin fuerzas para soportar verlo irse de nuevo.

—¿Y para qué quieres que me quede? —replicó con enojo mal contenido—. Acaso no entiendes que si permanezco más tiempo aquí voy a explotar. —Y entonces, sin quererlo, las lágrimas empezaron a brotar a montones de sus ojos—. Ya, ya no puedo soportarlo, Naruto.

El silencio que se apoderó de ellos fue intolerable, y antes de que Sasuke perdiera el poco orgullo que le quedaba se dirigió a la puerta. No dio más de dos pasos cuando sintió a Naruto abrazarle por la espalda.

—Así tenga que romperte las piernas no te irás de aquí. —La voz era contenida, sus dedos estaban crispados alrededor del cuerpo de Sasuke—. No te irás —repitió hundiendo su rostro en su cuello.

Una extraña calidez invadió el pecho de Naruto, por primera vez en su vida sintió que estaba en el lugar correcto, que aún y con todas las malas decisiones que había tomado en el pasado, estar junto a Sasuke en ese momento lo sanaba todo. Lo estrechó con más fuerza, el pulso de su corazón latía a la par que él. Sus cuerpos se amoldaron de una forma ridículamente perfecta.

Nunca una revelación había sido más clara: Naruto amaba a Sasuke, lo amaba con todo su ser. Y en ese momento le pareció ridículo que haya pensado alguna vez que solo eran amigos.

Sintió a Sasuke removerse hasta quedar frente a él. Esa mirada brillante que ahora pudo leer sin problemas, al igual que un libro abierto. Se acercó un poco más, queriendo fundirse con él.

—¿Sabes, teme? —formuló retórico mientras le apartaba un par de mechones negros del rostro—. Podría abrazarte por siempre.

—Hn —dijo Sasuke envolviéndolo con su brazo, sintiendo que se derretía bajo el toque de Naruto.






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Notas:

Este capítulo corresponde al quinto día: podría abrazarte por siempre 😁.

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