ᨳ ݊ ˖ . O𝗛 𝗠Y 𝗚O𝗗 ࣪˖ ❪ 𝗺𝗷 ❫ ˑ ִֶָ 𓂃 ˚.ഒ

𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗪𝗢

Lunes 

Jeongin caminó hasta la iglesia. Nunca habia ido un día que no fuera domingo, se sentía raro estar yendo por su propia cuenta, pero aquel era el lugar en el que si o si iba a encontrar a Jisung cualquier día, y en donde habían quedado de juntarse. 

Abrió la pesada y gran puerta de madera y echó un vistazo para ver si habia alguien. Las bancas estaban vacías, solo habia una persona al final del pasillo sentado que leía unos papeles, ese era Jisung.

—¿No te aburres?— fue lo primero que dijo al llegar al lado del mayor

—Demasiado, pero es mi obligación —suspiró

Dejó aquellos papeles de lado y se levantó para guiar a su menor hasta una parte mas privada, el cuarto donde guardaban algunas cosas de la iglesia. 

—¿Qué tan grave fue?—cuestionó con voz dura

—Tal vez... Muy grave—contestó Jeongin, afirmándose de la pared en señal de cansancio, mas bien se sentía agobiado— un niño nos vio

El golpe que recibió en su brazo lo hizo saltar.

—Son unos idiotas!—regañó el mayor—¿¡Cómo podría ayudarte en algo así?!

Jeongin se estabilizó y miró con ojos de suplica a su amigo. 

—No debes hacer nada, no tendrás problemas con nadie... Solo ayúdanos a encontrar al niño

Los ojos de Jisung expresaban todos sus sentimientos en esos momentos, se sentía a punto de desfallecer.

—¿Entonces tampoco saben quien era? ¿Cómo quieres que los ayude? Hay demasiados niños que vienen a la iglesia....

—¡No era un niño cualquiera!—interrumpió— va a hacer su comunión! El domingo estará sentado, con una de esas túnicas y esperando a que lo llamen, no hay mas de 20 niños... Uno de ellos es quien vio... eso

—¿Y que le harás si lo encuentras? ¿Qué tal si ya les dijo a sus padres? O alguien mas... —siguió cuestionando el mayor, no le gustaba el rumbo de la conversación 

—No creo, es un GRAN chisme, algo atroz, horrible, inhumano, asqueroso a sus ojos, ya estarían hablando... Solo déjame esa parte a mi y a Minho... Por favor ayúdanos 

Jisung miró la expresión de suplica del menor y asintió inconscientemente. Sabia que era un problema demasiado grande, el ya tenia los suyos y no le gustaba mucho el plan de Jeongin, habían muchas posibilidades de que saliera mal, pero ya habia aceptado. 

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—Entonces Jisung nos va a ayudar 

Jeongin sonrió al ver como la expresión de Minho se relajaba y sonreía a la par. Le gustaba ver a su chico feliz, sin preocupaciones.

—Eso es bueno, espero que todo salga bien

—Lo saldrá, no debes preocuparte Honnie

Minho dejó que sus mejillas se tiñeran de rosa, algo que solo el menor podía hacer. 

—¿Hoy estuviste bien?—cambió de tema el menor

—Algo así... Fue un día agotador, y mis amigos no dejaban de molestar—Minho rio al recordar la pequeña broma que le jugaron—son unos idiotas...

—Siempre terminas sonriendo cuando hablas de ellos, deben ser agradables—dijo Jeongin mientras abrazaba su almohada mas cercana 

—Lo son, pero también son demasiado pegajosos, sobre todo Hyunjin... Algún día te los presentaré 
Jeongin dio una sonrisa gentil y tenue, le gustaba cuando Minho pensaba en un futuro con él. 

—Ya es tarde, Jeong... Debemos dormir, mañana hay escuela

—pero quiero seguir hablando contigo, seguir viendo tu rostro...—puchereo 

—Yo también, pero quiero que duermas, mañana podemos hablar ¿Bueno?

Jeongin asintió leve y se recostó dejando el teléfono con la cámara enfocándolo. Cerró sus ojos y su respiración se calmó.

Minho pensó que jeongin solo jugaba, pero en realidad se habia dormido. No le importó dormirse mas tarde, siguió admirando el tranquilo rostro de su novio que dormía como un bebé. A sus ojos, simplemente perfecto. 

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Jisung se sintió abrumado. No dejaba de pensar en aquello que siempre le habia incomodado y avergonzado. Por alguna razón, al haber aceptado ayudar a Jeongin y Minho, su mente se descontroló y ahora no dejaba de sacar conclusiones y locas ideas, muy locas.

—Jisung, a cenar

Era la voz de su madre, como siempre. Y como siempre, no la tomo en cuenta y siguió pensando. No quería que fuera todo igual que antes, pero se sentía desesperado. 

Tomó su celular y llamó al numero de la única persona que le respondía a cualquier hora del día. Sus manos picaban.

—Hola, bebé

La voz de Chan era la dosis perfecta de morfina para su cuerpo.