Capítulo 6.

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Maratón 1/2

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Maratón 1/2

Londres, 29 de febrero del 2020.

—Señorita —Escucho una voz lejana, estoy durmiendo, pero consciente de los sonidos que hay a mi alrededor, entre abro los ojos y observo a la azafata parada enfrente de mí —, ya hemos aterrizado en Londres.

Asiento lentamente y carraspeo, me duele un poco la cabeza verifico la hora en mi teléfono y son las 9:25 de la mañana y suspiro mientras me quito el cinturón de seguridad. Hace unas horas después de salir de la discoteca, fui a buscar un hotel para descansar un poco y bañarme, ya que el jet salía a las 7:00 de la mañana, sigo demasiado cansada, pero estoy muy feliz, todavía no puedo creer que lo he hecho con Damon, pensé que se me quitarían las ganas después de follar, pero no, me equivoqué, después de probarlo tengo más ganas de volver hacerlo con él.

El sol me golpea en la cara cuando salgo del jet, quito el modo avión de mi teléfono y empiezan a llegar miles de notificaciones, mensajes y llamadas perdidas. Han pasado dos minutos y todavía no ha parado de sonar, lo ignoro, no quiero afrontar mi realidad, no tan pronto. Veo al sobrecargo sacar mi maleta y llevarla a mi coche, me despido de la tribulación y recuerdo que debo de llamar a Killian antes de llegar a mi casa.

Necesito dormir una semana o un mes y también tengo hambre, termino de bajar y me despido de la tripulación. Conecto mi teléfono a las bocinas y llamo a Killian, pero me manda al buzón, voy rezando todo el camino a mi casa, para no encontrarme con nadie. No quiero abrazos, ni felicitaciones, necesito dormir hasta la noche.

Le mando un mensaje a mi papá informándole que estoy llegando a la casa y que estoy bien, estaciono el auto y veo la camioneta de la abuela, eso quiere decir que la abuela está en la casa, se suponía que su crucero por el caribe se acababa en una semana, espero que haya venido antes porque se aburrió y no por algo peor.

La casa esta como la deje, Rogers y las mucamas caminando de un lado a otro y en total silencio y veo a la abuela descendiendo por las escaleras, como solo ella lo sabe hacer, pulcra y elegante como siempre.

—Te ves toda demacrada niña, ¿no dormiste ayer? —se acerca a donde estoy actuando como una abuela preocupada y entre cierra los ojos y me escanea —¿Qué es esa mancha roja que tienes en el cuello?

Maldita sea.

—¿Te secuestro Drácula anoche y te chupo la vida? ¿Y de paso te corto la lengua que ahora eres muda?

—¡Abuela!

—En mis tiempos no dejábamos evidencia bebé.

—En tus tiempos no existía el maquillaje.

—Ni tan vieja que fuera, ven acá bebé —dice mientras abre sus brazos y yo camino a refugiarme en ellos —¿Te encuentras bien?

—Si Abu, estoy bien, cansada pero bien.

Obsesión Peligrosa ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora