Su finalidad era conocida por todas las personas sagradas, sacerdotes, sacerdotisas, magos y brujas. El conocido hombre bautizado como Ryomen Sukuna había perdido su rumbo al heredar la fuente de poder de sus antepasados.
La familia Sukuna eran pioneros en las maldiciones, guardianes del nuevo mundo, su único hijo y prodigio siempre deseo más que solo poder para salvaguardar las vidas de los débiles. Él deseaba mucho más.
Al ser uno de los hombres más inteligentes recreo miles de maldiciones para su propio beneficio, y con ello una donde lo hizo inmortal. Un pecado mortal para la iglesia.
Fue sentenciado a la muerte por manos del gran sacerdote, pero Ryomen no se quedo de brazos cruzados, él ataco y destruyo a todo un pueblo, cientos de personas asesinadas de la peor forma con maldiciones creadas para salvarlos. Un hombre incapaz de morir e imposible de manejar.
Un día, vagando por el bosque buscando más poder y gente la cual asesinar, se encuentra con una hermosa mujer de cabello tan blanco como la nieve. Sus ojos celestes cruzaron mirada con los suyos inyectados de sangre, Ryomen no supo que era la gran virgen sacerdotisa hasta que ella con un sorpresivo ataque lo condeno por décadas en una fría roca en medio de la nada.
-Eres un peligro para la vida, Sukuna Ryomen.