Se encontraba en el salón común del castillo con la mente en blanco total antes las palabras que soltó el rey hacia sus súbditos. Ellos estaban aturdidos, sus miraban cambiaban de él hacia Satoru quien mantenía aquella arrogante sonrisa que colocaba los nervios de punta a cualquiera.
No hubiera pensado que su plan para reconquistarlo era aquella semejante estupidez por su parte.
-¡Señor, usted no puede dejar el reinado!-grito uno de ellos, el más sabio dedujo Yuuji.
Aún se agolpaban las palabras de Gojo en su mente, una y otra vez trataba de buscar la broma en la reunión que solicito a primera hora de la mañana.
-¿Están dispuesto a dejar que me comprometa con Itadori Yuuji?-volvió a solicitar el rey.
¡Claro que no están dispuestos! Quiso gritar Yuuji sin dejar salir las palabras, pero siendo una reunión del rey junto a sus súbditos seria insólito que dejara expresar sus opiniones. Solo estaba presente por petición del mismo Gojo.
-Señor, con todo el respeto que merece la corona-comenzó el anciano que poseía la barba más larga que pudo haber visto en persona-. Un hombre que por profesión es ser mercenario no es digno de merecer el titulo de reina consorte.
-¿Digno?-repitió el rey, asqueado-. Dime, Haidell, ¿te crees digno de ser uno de mis súbditos?
-Claro que si, señor-respondió sin dudar.
-¿Aún te sentirás digno cuando la gente se entere que para llegar a este puesto tuviste que asesinar a tu hermano y a su familia entera para evitar que tu sobrino derrocara tu puesto?
-¡Señor, eso es...!
-Eres igual o peor que los mercenarios, Haidell. Así que hazme un favor y cierra la boca.
Yuuji tembló ante la frialdad de las palabras que Gojo dejo salir, estaba más sorprendido que los presentes. Él sabia como era la voz dulce y cariñosa del rey, también sus cálidas caricias y sus sensuales besos, así que le costaba toneladas ver a ese mismo hombre tan furioso y frio haciéndole frente a seis ancianos que se negaban a aceptar su compromiso.
-¿Alguien tiene algo más que decir?-preguntó el rey.
Todos estaban de pie, a excepción de Yuuji, alrededor de una enorme mesa redonda. Gojo tomo asiento esperando que otro se dignara a refutar su propuesta.
El tercero de ellos, al parecer era el más joven inhaló y exhaló tres veces antes de poder hablar.
-Mi rey, admito que Haidell pudo haberle faltado el respeto que el héroe del reino del Sur merece. Sin embargo, todos estamos de acuerdo con que seria un total fracaso que contrajera nupcias con él.
Yuuji se sentía cada vez más extraño que hablaran como si no estuviera en la habitación.
-Rojer tiene razón-secundo el hombre sabio-. Nuestra economía depende de la comunicación que tenemos con los otros reinos. No será una buena imagen tener como reina consorte a un mercenario, mi señor.
-Entonces-dijo el rey uno segundos después, completamente calmado-, ¿no aceptaran mi compromiso?
-Lo lamento, señor. Pero la importante ahora es lo que mejor le conviene al pueblo-dijo el primero en hablar.
-Bien.
Gojo se puso de pie estirando la mano para que Yuuji la tomara.
Con el rostro sorprendido y aún tenso por el intercambio de palabras entre los ancianos, tomó su mano para quedar justo a su lado.
-He decidido dejar el reinado-dijo al tiempo que les daba la espalda-. Esperen a mi padre, ya le he enviado una carta para que tome mi lugar.
Una vez fuera, lejos de la sala común en el pasillo donde se encontraba su habitación se plantó justo en frente deteniendo su paso.