Kutatsu Yume, la actual reina del Sur se mantuvo alejada de los vergonzosos escenarios que había creado su esposo con aquel mercenario que casualmente no se volvió a mostrar frente a ella desde que le exigió una explicación sobre su cercanía al rey.
Tuvo paciencia, sabia que aquel insignificante amorío acabaría de todos modos, no había lugar en el reino para un mercenario que además poseía en su interior al nigromante más peligroso de todos.
-Tenias que haber cortado la mala hierva desde el primer día, querida.
La madre de Gojo solo se quedaba mirando con desprecio su taza de té, sin decir otra palabra.
-Creí que él entraría a los armada y se iría en cualquier momento.
-No él, por supuesto-dijo con desagrado-. Ese niño es peligroso, Yume.
-Creo que puedo controlarlo.
-No, no podrás-cortó mirándola fijamente-. Si lo que me dices es verdad, Satoru nuevamente cayó en su red y eso, mi niña, te costara muy caro.
-Satoru me ama a mi.
-¿Qué tan segura estas de eso?
Aquellas palabras resonaron una y otra vez en su cabeza hasta que llegó esa misma noche al reino. Su esposo la había estado evitando desde que Itadori trato de suicidarse, por no decir que realmente la estaba ignorando. Su suegra tenia razón en algo, ese niño no volvería a alejarse del Satoru, trataría de engatusarlo por segunda vez y hacer que el bastardo de Jin tuviera riendas sobre el reino del Sur, otra vez.
Camino entre los pasillos del reino con cautela hasta llegar a la habitación del guardia personal y mano derecha del rey.
Tocó tres veces la puerta y susurro avisando de quien se trataba. Necesitaba que Yuta hablara con ella para poder resolver aquel problema que le genera constante dolores de cabezas.
Varios ruidos dentro de la habitación de Yuta tomaron su atención, la dejo un poco impresionada escuchar una segunda voz dentro.
La puerta se abrió mostrando a una persona totalmente diferente de lo que ella solía ver con frecuencia. Su cabello negro estaba desordenado y la ropa estaba de igual forma, sin decir que la camisa estaba al revés.
-Traer al palacio real a tus conquistas es un delito, Yuta-dijo sin un ápice de vergüenza-. Podría tratarse de otro espía.
-No es un espía-corto el guardia-. Y estas no son horas para visitar los cuartos de sus trabajadores, mi señora.
-Soy la reina, Yuta. No lo olvides.
-No lo olvido. Pero es extraño verla a estas horas buscando mi presencia.
-Es algo importante.
-¿Qué es tan importante para poner a la reina en este estado?-pregunto mientras cerraba la puerta detrás de suyo. Evitando que ella viera algo innecesario.
-Es sobre el mercenario.
-¿Itadori Yuuji?
Asintió observando a su alrededor.
-¿Qué hay sobre él?
-No te hagas el condescendiente conmigo, Yuta. Sabes muy bien quien es el padre de ese mercenario.
-Lo tengo bastante claro, pero no creo que ellos tengan una buena relación como para estar especulando.
-Itadori quiere engatusar a Satoru y traer de vuelta a ese hombre para tomar las riendas del reino.
-¿De quién escucho esas palabras?-preguntó él esta vez más concentrado.
Pensaba que tal vez la reina estaba teniendo un simple ataque de celos por perder la atención del rey, pero asegurar tal barbaridad podría generar problemas muy serios en el reino, y para Yuuji.