Habían pasado exactamente seis meses desde lo sucedió con Azumi y Yume, desde aquel día sus nombres dejaron de ser pronunciados al ser una prohibición y de verse como un ataque indirecto hacia el reino de Sur.
Junya estuvo triste por dos largos meses hasta que comprendió por medio de rumores que su madre había atacado indirectamente a su mejor amigo Yuuji. No le gusto saber aquello, por lo que enfrento de manera abierta a su padre sobre lo sucedido, Satoru entendió que seria imposible engañar al futuro heredero al trono, así que no le quedo más que revelar todo lo sucedió, incluyendo su relación con Yuuji hace ocho años.
El entendimiento de Junya sorprendió a Satoru como a Yuuji por tomar un decisión madura y difícil. No visitaría a su madre por lo que hizo ni tampoco a su abuela sin que antes ellas decidieran pedir las disculpas al afectado y el perdón por la falta de respeto hacia la corona.
Eso hace ya cuatro meses, Junya ahora lleva una vida flexible con sus estudios relacionados con el futuro manejo del reino y tiempo libre para visitar y ser visitado por sus amigos y posibles futuras esposas o esposos.
Por otro lado, hace ya dos semanas que el rey estaba de viaje, esa misma noche llegaría al reino junto a Yuta. Sabia que llegaría cansado y con los ánimos por los suelos, pero de todas formas Yuuji se la quiso jugar con una pequeña y lujuriosa sorpresa.
En la habitación que hoy compartían, el joven Itadori lleno de flores frescas por todo el lugar, a un costado de la cama coloco una esencia que prometía aumentar el libido de quien lo inhalara, las sabanas blancas con un cobertor crema y unos cuantos pétalos sobre ellas le indicarían a Satoru lo que estaba buscando.
Nervioso, se quito las prendas del torso dejando al descubierto varias de sus cicatrices, aunque no le importaba. Satoru le había dicho una y mil veces cuando amaba cada una de sus marcas incluso las de nacimientos bajo sus ojos.
Se roció un ligero y suave perfume en el nacimiento de su cuello y se recostó esperando a que su hombre se dignara a llegar.
Para su mala suerte ya llevaba aproximadamente dos horas sin señales de Satoru, estaba nervioso y algo asustado. El nigromante en su interior se estaba inquietando, haciendo sentir un leve cosquilleo en su nuca.
Se levanto para ir al primer cajón de la cómoda, al lado del elixir que ayudaba a Satoru con su enfermedad, estaba una pequeña botella con la mitad del contenido trasparente que resulto de ser ayuda para mantener a Sukuna bajo control cuando el rey realizaba largos viajes y le era imposible acompañarlos.
Lagrimas de los claros y hermosos ojos de Gojo Satoru, eran la respuesta. Aquellas gotas contenían una cantidad de energía mínima, pero si la esencia que Yuuji necesitaba para que Sukuna no despertara del sueño profundo en que se encontraba.
Bebido de aquellas gotas y espero que aquel escalo frio desapareciera de su nuca.
Volvió a la cama, pero antes un fuerte estruendo hizo temblar la tierra que lo detuvo. Se acerco al gran ventanal que daba al jardín y pudo notar un gran incendio en e laberinto que Junya tanto adoraba.
Salió de la habitación y antes de poder salir del castillo, choco con Toge quien estaba igual de agitado que él.
- ¿Tienes idea de lo que sucede? -le pregunto mientras se acercaban.
-Ni la menor idea-le respondió.
Toge le quiso hacer otra pregunta por su apariencia reveladora, pero pensó que no era el momento adecuado de hacerle saber a su amigo que estaba medio desnudo y con un aroma bastante dulce y atrayente.
Llegaron al centro del laberinto con otros guardias, quienes con dificultad trataban de apagar el creciente fuego de las hojas secas del lugar.
- ¿Cómo sucedió esto? -pregunto Yuuji a viva voz a uno de los guardias.