Era la segunda semana encerrado en la habitación de la realeza, y si era realista, estar encerrado era porque lo necesitaba, se trataba de una decisión propia. Ver la luz del día y la felicidad con el que el reino se proclamo la victoria y venció el gran plan de Kamo Noritoshi bajo su manga, eso solo le hacia entender que el mundo seguía adelante a pesar de todos sus pensamientos autodestructivos que estaba teniendo últimamente.
Se asomó por el gran ventanal, y escucho varios gritos de fortaleza y poder, los guardias reales acostumbraban a entrenar dentro de las tierras del castillo de la realza. Sus gritos de confianza y sabiduría lo hacían recordar sus largas noches de entrenamiento junto a sus amigos y Suguru, quien, a pesar de haberlos traicionado, no pudo eliminar el sentimiento de opresión de el pecho y la gran tristeza que llevaba sobre los hombros.
Agradecía enormemente la compañía de su capitán, Toge y Gojo, eran un gran soporte para las distintas voces que su mente no dejaba de crear haciendo saber que era una mierda de persona por haber asesinado al hombre que hace años atrás lo salvó.
Lo peor sucedía durante las noches cuando quedaba en soledad, las voces se oían el doble de fuerte sumando la molesta y grave de Sukuna, quien no perdía oportunidad de hacerlo caer aún más bajo. En esos momentos abría corrido directo a la habitación de Gojo, con su gran poder lograba que todas esas molestas y susurrantes voces quedaran en sumo silencio y, por fin, podía descansar, pero con el rey a su lado.
Lo que lo mantenía bajo las sabanas con la consciencia intacta era le hecho de saber que él estaba casado y con un adorable hijo que, por cierto, le había agarrado un gran cariño. Correr y dormir a su lado solo causaría más problemas y era lo ultimo que necesitaba en su agitada vida.
Le gustaría poder depender más de su amigo, Toge, sus muchos comentarios positivos y buena vibra lo hacia descansar algunos minutos, de igual forma Hino, sin embargo, ambos ya habían comenzado una nueva vida como los héroes del Sur: Inumaki Toge, un guardia real confiable y sagaz que adquirió el reinado y Kagura Hino el nuevo general a cargo de las expediciones a las lejanías del reino.
Sus amigos ahora estaban ocupados siendo proclamados y con bastante trabajo pesado, en el tiempo libre Hino se encargaba de acompañarlo cada vez que podía y Toge solo venía de vez en cuando. Se sentía curioso por las visitas cortar o ausentes de su amigo, así que no perdió tiempo y le pregunto la razón, le extrañaba que de pronto fuera alguien tan devotó al reino cuando fue él el primero en sugerir hacer un golpe al reinado para hacerlo caer hace unos años atrás, su respuesta lo sorprendió tanto que hasta su capitán quedo en blanco.
-Estoy saliendo con Yuta.
Aquellas palabras cuanto brotaron de su garganta sus mejillas se tornaron rosas.
Al principio Yuuji no sabia que decir ante tal revelación, los primeros encuentros que tuvieron esos dos no fueron de los mejores, de hecho, por un momento pensó que pronto comenzarían con una gran pelea que terminaría con un castigo anunciado por el mismo rey.
El sonido de la puerta abriéndose tomo su atención, el cuerpo pequeño de Junya lo hizo sonreír, detrás caminaba su padre con una vestimenta bastante formal para ser el rey.
-¿Esta todo bien?-preguntó sin quitar la mirada del niño que se ganó a su lado solo para acercar la bandeja de comida que dejaron horas atrás.
-En un par de minutos tendremos una asamblea con Kamo Noritoshi-lamentó-. Es la primera vez en años que los cuatro reyes se juntaran en una habitación.
-¿Por qué escogieron el reino del Sur?
Junya se mantuvo callado mientras le entregaba fruta para que la comiera.