Will y el secreto de los drekons

Capítulo 4 "La isla mas extraña del mundo"

Tuve un sueño muy extraño, estaba en medio del mar y una cara descomunal me estaba hablando:

-Tú el más fuerte de mi familia- dijo el rostro gigante con tono orgulloso.

-Y..yo?- tartamudee-¿Qui..quién eres?

-Soy tu tatara tatara tatara- empezó a decir- bueno no tenemos tiempo para eso.

-¿Ok?- dije.

-Bueno para que te hablaba- dijo- ah sí, sobre tu destino claro- dijo alegremente- tendrás que ir a la isla Dekonbreeth tus hermanos te necesitan, se aproxima una guerra, nuestro enemigo más poderoso se alzará y solo tu podrás vencerlo.

-¿Vencer a quién?- grité enojado- ¡y esa isla no existe!- volví a gritar pero la cabeza había desaparecido.

Desperté repleto de sudor, mis padres ya estaban despiertos así que me fui a tomar una ducha. Una vez duchado bajamos a desayunar.

Desayuné unos hot cakes, un vaso de jugo y ya, después de ese sueño no tenía ganas de comer nada.

(Créanme después de ver una cara gigante diciéndote que te vas a enfrentar al peor monstruo no tienes mucha hambre.)

Salimos del hotel y pedimos un taxi el cual nos llevó al puerto de Vancouver donde rentamos una pequeña lancha.

Esa mañana descubrí que mi papa sabía manejar una lancha.

Navegamos por casi 2 horas hasta que a lo lejos divisé una isla. Obviamente les pregunté a mis padres cual era esa isla. (Lo sé geografía no es mi fuerte).

-Pronto lo descubrirás Will- me dijo mi madre.

-No será la isla Drekonbreeth- pregunté.

-Como sabes el nombre de la isla- me preguntó mi madre notablemente sorprendida.

-Ya sabes geografía- mentí.

Pero como era de esperar no podía engañar a mi madre.

-Esa isla no te la enseñan en la escuela- dijo- y aparte ¡nunca le pones atención a esa clase!

-Dime como sabes el nombre de la isla- dijo firmemente mi madre.

Le conté mi sueño desde que vi la cara gigante, que me dijo que tenía que ir a la isla Drekonbreeth, que mis hermanos me necesitaban (En su momento se me hizo extraño ya que soy hijo único) y que solo yo podía vencer al enemigo más poderoso de la cara gigante.

Después de eso aparcamos el bote en la orilla (¿Se puede aparcar un barco? Supongo que s,í sigamos). A medida que nos adentrábamos en la isla vi indicios de que no era una isla desierta sino que debía de haber una civilización inmensa viviendo allí.

Caminamos veinte minutos hasta que la primera flecha se clavara en el árbol junto a mi cabeza.