Sueños, dulces sueños

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No llevaba la cuenta de los días, pero no es como si me importará, pues mi rutina solamente recaía en ir en busca de las necesidades de los demás

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No llevaba la cuenta de los días, pero no es como si me importará, pues mi rutina solamente recaía en ir en busca de las necesidades de los demás. Claro, para ellos, el monstruo era yo, ¿qué más daba que arriesgará mi vida por ellos?

Nada.

Porque, tristemente, si les faltaba o no, les daba igual. No era indispensable. Me aferré a esa idea, aunque dentro de mí deseaba que no fuese verdad.

Me acostumbré a la rutina, Hyuk fue claro y sin rodeos; traería lo que necesitaban y, de inmediato, sin mirar hacia atrás, sería encerrado en aquella habitación. Pensé, por un momento, que quizás ellos cambiarían de parecer al ver que no era agresivo, pero cuando el peligirs entró a la habitación, sin verme a los ojos y sin llamar, me di cuenta de mi error.

Ya daba exactamente igual.

Para los humanos —porque esa sería la palabra correcta si los comprábamos conmigo— era y siempre sería un maldito monstruo que les podría atacar en cualquier momento.

Quise llorar y me recriminé por ser estúpidamente sentimental, por lo que, con el mismo razonamiento que antes, acepté mi destino y tomando sin ganas la nota en manos de Hyuk, salí de allí sin ver a nadie.

¿Qué más daba ser así de solitario y, según ellos, maleducado?

No es como si al día siguiente me saludaría con una sonrisa, o, un mísero buen día. Peor aún, solo el hecho de soportar cualquier cosa por intentar convencer al chico que me gustaba que no era malo, de que no era un monstruo.

Ahora bien, si me lo preguntan, si me preguntan cuándo él comenzó a crear un sentimiento caluroso dentro de mí, no sabría qué decir.

Demonios, ni yo mismo sabía el por qué de ello. Y eso me aterraba, el sentimiento tan desconocido de amor que dentro de mí se aferraba por continuar intacto y convencer a ese joven que me era indiferente, amorosamente.

Si lo pienso, quizás fue su forma de ser la que me atrajo a mirarle, siendo tan hilarante e insoportable. ¡Dios santo, apenas podríamos tener una conversación si se diese el caso!Y nunca se daría, porque, en primer lugar, a él no le interesaba en lo más mínimo; solamente era un objeto que les servía, una herramienta más.

Después me lanzarían a los monstruos y adiós Hyun Cha, nadie te quiso, muchos besos.

Ah, besos. Lo que daría por obtener el privilegio de un beso.

Pero, de nuevo, me era imposible eso, y conformarme con mi mente y corazón rebosante dolía, más no podía hacer nada, únicamente seguir el rumbo de las cosas hasta el final de mi vida, por lo menos la que tuviera de ella.

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