twenty six centimeters

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—A-Ah... Uf, mierda, Rodri...— Iván suspira, entrecortado, apretando la sábana bajo su cuerpo entre sus dedos. Rodrigo lo mira, atento, hambriento, deleitándose con la excitada expresión que poseía Iván en su rostro. Por su frente descendían gruesas gotas de sudor, sus ojos estaban entreabiertos, más oscuros de lo usual, sus labios labios se encontraban muy húmedos y con porciones rojizas por las mordidas que él mismo se proporcionaba. Estaba hecho un auténtico y hermoso desastre, y él era el causante y eso le encantaba.

Acuna en el interior de su boca los testículos de Iván, succionando intensamente fuerte y haciendo apretar la expresión de su rostro, soltando una maldición al aire, bastante fuerte.

Los lame un poco antes de arrastrar su lengua por la larga extensión del miembro hasta llegar a la punta y mimarla con devoción, dándole pequeños besos calientes y un par de succiones que hicieron levantar a Iván las caderas del colchón.

—Tragatela toda...— demanda Iván, llevando sus manos al cabello de Rodrigo. Este sonríe levemente e ingresa solo una pequeña parte en el interior de su boca, haciendo sisear al menor. —Sé que podés meterla más profundo, dale...

Rodrigo gime alrededor del grueso falo en su cavidad bucal, aumentando la profundidad con la que lo succiona. Los sonidos húmedos hacen que, para Iván, todo sea casi demasiado. Rodrigo sumerge el gran miembro hinchado del menor en su boca, hasta donde más puede y, con las dos manos, abarca lo que no alcanza a entrar, masajeando con esmero y buscando hacer acabar al menor en su boca lo más pronto posible.

Se moría por sentir el orgasmo del menor en su boca, viajando por su garganta e inundando sus papilas gustativas con el amargo sabor de su esencia. Quería sentir esa caliente semilla derramándose a lo largo de su lengua y quería que fuese abundante.

La sensación de ahogo y mareo al no poder respirar correctamente por las furiosas y nada complacientes embestidas de Iván a su garganta lo hacían sentir como si fuese una puta, pues solo se excitaba mucho más.

Intentó llevar una de sus manos a su propia erección, buscando un poco de alivio, sin embargo, al notar aquel detalle, el menor gruñó, mirando a Rodrigo con los ojos líquidos en lascivia y muy enojados.

—Si te querés correr, haceme correr primero— le advierte, con la voz ronca como el infierno. Rodrigo gimió en desaprobación, pero aquello le hizo querer hacerlo terminar mucho más rápido, así que, tomando aire profundamente, logró meter un poco más de la mitad en su boca, sintiendo arcadas. La saliva se acumulaba en abundancia en sus manos, las cuales masturbaban a Iván efusivamente.

Siguió chupando más fuerte y empalando su boca en la gran dureza del menor hasta que este movió abusivamente las caderas, dejándose caer del todo en la cama. Rodrigo pensó, entonces, que se correría, pero Iván se sentó de repente y lo empujó de los hombros, apartándolo por completo de su erección.

Rodrigo lo miró confundido. Iván se limitó a besarlo en los labios con necesidad. Una vez logró juntar suficiente fuerza de voluntad para apartarse de la boca de Rodrigo, Iván lo obligó a ponerse de espaldas.

—En cuatro— ordenó, con la voz grave. Rodrigo obedeció, un poco aturdido. El menor se ubicó debajo del cuerpo de Rodrigo, completamente acostado con su cabeza en la almohada y dejando el culo empinado de este justo en su rostro. Rodrigo entendió lo que el menor pretendía hacer cuando esté empujó su erección contra su boca, indicándole silenciosamente que siguiese chupándola.

Y estuvo a punto de hacerlo, pero, en ese momento, Iván ahondó en su entrada con su lengua de repente, como en la madrugada, y Rodrigo se retorció, arqueando la espalda.

—¡A-Ah, Ivi!— grita Rodrigo, pues el menor no solo lo prepara con su lengua, moviéndola expertamente en su apretado interior, sino que también acerca sus grandes y talentosas manos a su erección, atendiéndola.

𝐅𝐀𝐋𝐎𝐅𝐈𝐋𝐈𝐀 » rodrivan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora