Capítulo 4

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15 de agosto del 1977.



Atenea estaba sentada en los columpios del parque, hoy estaba de buen humor ya que era un día nublado y fresco, ella amaba esos días y no lo desaprovecharía quedándose en casa, se encontraba observando a Finney, quién casualmente también estaba en el parque junto a su hermana Gwen, no se dió cuenta de que alguien se había sentado en el columpio a su lado.

— ¿Te gusta ese niño?— preguntó el rubio, haciéndola salir de sus pensamientos.

— Tal vez.—respondió encogiéndose de hombros.

— ¿Tal vez?— volvió a preguntar con una ceja alzada.

— Bueno, sí me gusta, pero no importa, a él le gusta otra niña, ni siquiera nota mi presencia.— dijo con una mueca.

— Los hombres son idiotas, mejor consigue un gato.— aconsejó con el ceño fruncido, haciéndola reír.

— ¿Por qué un gato?— lo miró con diversión.

— ¿Por qué no? Un gato sí se daría cuenta de la increíble persona que eres, y además bonita, ¿quién no querría estar contigo?

— Finney Shaw.— recordó con las cejas alzadas.

— No no Atenea, debes ver más allá, no te enamores del primero que veas, hay muchos peces en el mar.

— ¿Crees que pierdo el tiempo?

— Tal vez le estás dando demasiada importancia.— corrigió.— tienes 11, en unos días tendrás 12, tienes toda la vida por delante y podrás tener muchos novios, pero ahora no, después eh, eres muy pequeña para eso aún—- le dijo apuntandola con el dedo índice.

— ¿Y tú si puedes tener pareja?— frunció el ceño.

— Yo sí, porque soy mayor.— alardeó.

— ¿Y por qué no tienes?

— Porque nadie me merece.— mintió encogiéndose de hombros.

— Claro, egocéntrico.— molestó la niña, haciéndolo reír.

— Mejor vamos a jugar pinball.— la tomó de la mano y la jaló, pero ella se detuvo.

— ¿Me cargas?— pidió con ojos de cachorrito.

— Aprovechada.— refunfuñó dándole la espalda y doblando las piernas ligeramente.

— Oportunista.— corrigió Atenea, saltando sobre su espalda, Vance la tomó de las piernas y ella enredó los brazos alrededor de su cuello, sin lastimarlo.

El rubio comenzó a caminar, ambos en silencio, la gente los miraba de diferentes formas, algunos con desagrado, otros los juzgaban con la mirada y la mayoría susurraba entre ellos, eso ya era costumbre para los chicos, siempre recibían ese tipo de cosas debido a la reputación de Vance y no les importaba, a veces Atenea se preguntaba si la gente no se cansaba de crear cientos de rumores y chismes.

— ¿En qué piensas grandulón?— preguntó la castaña.

— En que romperé mi récord en pinball hoy.

— Seguro que lo harás.— animó con una sonrisa.

Ambos se dieron cuenta de que ya habían llegado, la castaña se bajó de la espalda de Vance.

— Gracias por ser mi transporte personal.— soltó una risita al ver que el rubio rodó los ojos.

— Lo que sea.— dijo y entró a la tienda con la niña siguiéndolo.

The first victim. •The black phone•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora