𝐁𝐚𝐧𝐢𝐬𝐡𝐞𝐝-𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐟𝐚𝐦𝐢𝐥𝐲

Capítulo 11

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La pesadilla de los Black.

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Las cosas en Hogwarts se habían vuelto turbias de forma repentina.

Harry se había colado entre los estudiantes del colegio de magia, burlándose de la seguridad del equipo contrario.

Desafío a Snape, le reclamó por la traición hacia Dumbledore, y estuvo a punto de enfrentarlo, pero la profesora Mcgonagall se interpuso en su camino y atacó a Severus, empezando así un corto duelo de magia.

Los hermanos Carrow estuvieron a punto de intervenir, queriendo atacar por la espalda del muchacho, pero en el instante en que quisieron hacerlo, la puerta de roble del Gran Comedor se abrió precipitadamente.

Un nuevo equipo de La Orden del Fénix estaba listo para atacar, y los cuatro Black encabezaban el grupo.

—¡No te atrevas a tocar a mi ahijado, Alecto!

Sirius fue el primero en reaccionar y empezó a atacar a la mortífaga, mientras su hermano se unía a ella.

—Regulus, veo que después de todo lo que tus padres te han enseñado, has decidido traicionarnos.

—Al parecer es cierto que la manzana podrida pudre a su vecina, Amycus.

El mortífago frunció los labios, a medida que recibía hechizos de las hermanas Black.

Severus Snape fue el primero en huir del lugar, seguido de los hermanos Carrow en una especie de humo negro, algo característico de los sirvientes del Señor Oscuro.

Todos los alumnos vitorearon la salida repentina de los magos oscuros, pero la felicidad no les duró mucho.

Una voz fuerte y tenebrosa retumbó en cada una de las mentes de los presentes, incluso algunos tuvieron que sentarse precipitadamente en el suelo a causa del dolor que éste les estaba causando.

—Denme a Harry Potter, y Hogwarts permanecerá intacto. —Decía la peligrosa voz, a medida que su tono se hacía más demandante.

Una niña rubia de la casa Gryffindor soltó un grito de horror cuando un lamento de muerte invadió su cabeza, preocupando al resto de los presentes.

Luego, un chico de la casa Ravenclaw cayó de bruces al suelo, sosteniendo su cabeza como si ésta le fuera a explotar. Sus mejillas estaban tan rojas como las decoraciones de la mesa de Gryffindor, y muchos chicos a su alrededor se alejaron al verlo temblar.

—Denme a Harry Potter, y todos podrán salir con vida. —Demandó el intruso—. Sus deudas serán saldadas, y sus vidas serán perdonadas.

Alya, quién estaba más cerca de Harry, tomó al muchacho de los brazos, evitando que éste cayera al suelo.

—Tienen una hora para hacerlo, caso contrario, se verán obligados a entrar en guerra.

Finalmente, la escalofriante voz dejó la mente de todos, causando miedo y lágrimas por igual.

—¿Qué esperan? —Oyeron una voz de una chica de Slytherin—. ¡Hay que entregarlo!

—No mientras estemos presentes. —Respondieron los Black en unísono.

Andrómeda, Alya, Regulus y Sirius formaron una barrera humana frente al muchacho, seguidos por Hermione, Ron y Ginny Weasley, evitando que Harry Potter fuera entregado.