VII

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El otoño ha comenzado dentro de la provincia dando paso a los tonos naranjas y rojos entre los árboles, las criadas le dicen que la provincia debe su nombre a los colores de los árboles que hay por toda la región e Izuku se sonríe pues en la provincia de Aichi siempre han corrido el rumor de que el nombre proviene por la crueldad que siempre han tenido los gobernantes de la dinastía Todoroki, ahora sabiendo las verdades de la provincia le causa risa todo aquello que en otro lugares se escucha, ha pasado medio año en el palacio siendo el consorte del hombre más temido de la región y sus alrededores, pero aquello ya no le importa.
Vuelve la mirada al campo que se tinta de naranjos y rojos para encontrar al pequeño Shoto buscando flores nuevamente aun cuando ya le ha dicho que tardaran unos días más en poder ver las camelias floreces y casi toda la estación para poder tener camelias blancas, pero aquello parece importarle poco cuando le ha visto proponerse llenarle un gran jarrón del cuarto de té de todas las flores que pueda encontrar en palacio. Sonríe mientras se acerca al niño que una vez le mira no duda en correr a su encuentro olvidándose de las flores para dejar que le tomen por las mejillas antes de obtener un beso en la nariz.
Luego del fallido intento de su padre por iniciar una nueva guerra no vuelven a tener noticias de Aichi o de Toshinori hasta que un día, un mensajero con el emblema de su padre llega a las puertas del palacio. Enji no lo recibe hasta que Izuku llega al gran salón. Cuando el mensajero le entrega la carta con el sello del consorte de su padre Izuku se pregunta internamente si aquello podría ser una confusión, aun así, la toma y espera hasta que el mensajero se retira para romper el sello, preparándose mentalmente para cualquier sorpresa que pueda venir del palacio de Aichi, aun así, nada lo prepara para el contenido vertido en aquella carta que solo contiene un par de párrafos, sin saludos o con espera de que sea devuelta.
Enji lee la carta una vez que su esposo se la entrega, aquellas palabras frías y distantes de afecto no parecen afectarle ahora a Izuku quien se muestra pensativo. El contenido es claro, el consorte del gobernante de Aichi se encuentra en cinta y esperan que su parto sea durante el invierno, una vez que el vástago nazca la línea de sucesión se moverá dependiendo de lo que sea, aun así, le manda a Izuku que renuncie a su lugar en la línea de sucesión y el nuevo descendiente pueda ser nombrado el primogénito heredero de la casa Toshinori. Enji no parece complacido ante tal demanda, ¿qué padre puede pedir a su hijo que renuncie a su derecho? Él no sería capaz de pedirle algo así a su hijo, incluso en el momento que Izuku le dé hijos no podría pensar en poner a uno sobre el otro, no, no volvería a cometer los mismos errores, pero Izuku parece tranquilo comparado con él.
Por la tarde mientras pasean por el jardín Enji termina preguntándole sobre la respuestas que dará a la carta del palacio de Aichi, Izuku parece meditarlo por un momento mientras mira a Shoto jugar a la distancia con la pelota azul, luego sonríe volviendo a mirar a su esposo “- renunciar a mi derecho como primogénito… sabes que no tengo nada a que volver al palacio de Aichi… quitar ese peso de mis hombros, sería lo mejor -”, las palabras de Izuku son suaves como todo lo que sale de sus labios y entonces el gobernante se pregunta si acaso sufrió más de lo que siempre dice, aun así respetara su decisión, ya no iniciara más guerras sabiendo que aquello le traerá dolor a Izuku y a su hijo.
Dos semanas después de enviar su respuesta al palacio de Aichi un mensajero de la corte del emperador llega a palacio con una invitación para el gobernante rojo y su consorte, en ella les pide arribar al palacio imperial para poder explicar por qué el primogénito de la casa Toshinori ha renunciado a su derecho de sucesión. El viaje a la ciudad imperial toma cinco días en palanquín y a su arribo se dan cuanta que no son los únicos, el emblema de la casa Toshinori también se alza a las puertas del palacio imperial, ahora al lado del emblema del loto rojo.
Cuando entran a la audiencia con el emperador, Izuku porta un kimono negro con bordados de camelias rojas y detalles dorados, a su lado Enji usando su armadura al ser un hombre de guerra. Una reverencia ante el emperador, sin más palabras innecesarias, solo escuchar y acatar mientras el emperador hablaba de lo presuroso que fue su unión con la que parecían haber puesto fin al conflicto que tenían ambos gobernantes, una unión digna que bendecía para garantizar la paz de su pueblo.
El gobernante rojo agradeció las bendiciones del emperador y parecía destensarse hasta que el emperador se detuvo y fue directo en preguntarle a Izuku porque había renunciado a la línea de sucesión, sin levantar la mirada y tratando de contener los nervios, el doncel trato de contestar lo más tranquilo posible “- emperador, ya he sido bendecido con un matrimonio dichoso, seria egoísta si permitiera que el hijo de mi padre quedara relegado a solo un lugar en la corte, permítame mantener mi deseo de que el hijo de mi padre sea su primogénito heredero -”
El emperador pareció pensarlo por un momento, luego dicto que a partir de ese momento Todoroki Izuku quedaba fuera de la sucesión de la casa Toshinori como era su deseo, cediendo a la futura descendencia Toshinori el derecho a la sucesión de la provincia de Aichi, con la condición de que, si él futuro heredero no llegaba a los 12 años de vida, Izuku reclamaría las tierras de la provincia de Aichi para unirlas a la provincia roja. Cuando la audiencia termino, Izuku pudo respirar nuevamente, podía volver al palacio rojo siendo solo el consorte del gobernante y la madre del pequeño Shoto quien le recibió gustos una vez volvieron a sus habitaciones dentro del palacio imperial. Por la tarde una criada le entrego una invitación para tomar el té de parte del consorte de su padre.
Cuando se miraron mutuamente dentro de la sala del té pudo notar las diferencias que había ahora en el doncel que gestaba a la descendencia de su padre, Toshinori Shota se había desposado con su padre solo seis meses después de que su madre murió y desde el momento en que fueron presentados el consorte de su padre había dejado en claro su disgusto por él prohibiéndole estar a la mesa cuando estuviera presente o retirando todo privilegio, incluso la educación tan pobremente dada. Como siempre el consorte de su padre portaba un kimono negro y debajo, el prominente vientre, sus facciones más robustas y con una expresión más suave que la última vez que lo vio, cuando le entrego el kimono azul para el festival de la cosecha. Solo una reverencia antes de sentarse frente a frente en la mesa del té, sin saludos o afectos mientras las tazas eran servidas y solo hasta que las criadas dejaron la habitación Izuku rompió el silencio.
- felicidades por el hijo que le dará a Toshinori-sama… esta será la última vez que nos veamos – su voz era tranquila aun cuando sus palabras estaban llenas de espinas, ahora no tenía por qué soportar los insultos.
- su padre, Toshinori-san, le gustaría que viniera al palacio de Aichi cuando nazca su hijo… me gustaría disculparme por todo el dolor que te cause mientras estuviste en palacio, no fui un buen ejemplo para ti – aquel doncel bajo la mirada a su té – espero un día puedas perdonarnos.
- tal vez con el tiempo… me retiro primero, espero que traiga un niño sano al mundo – sin volver a mirarle salió de la habitación, aun cuando les había perdonado hace mucho no pensaba decirles, dejaría que el tiempo pasara y solo entonces, tal vez podría pasar otra lluvia que se llevara todo lo malo que había quedado de aquella relación tan rota, ahora solo quería regresar al lado de su señor y su pequeño, donde es feliz.

La provincia rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora