Por primera vez se escucharon risas dentro del palacio rojo, el pequeño Shoto pasaba ahora las tardes en el jardín en compañía de Izuku y sus criadas quienes veían incrédulas como había cambiado la actitud del niño hacia su señor, luego de unos días el pequeño retomo sus clases y aunque Izuku decía que era pronto para volver a tener lecciones completas acepto que al menos tomara dos lecciones mientras él estuviera aun recuperándose. El gobernante rojo acepto dejando la educación de su hijo al cuidado de su consorte.
Una tarde, mientras toma el té en el jardín de las flores rojas, Enji se acerca a él llevándole un ramo de violetas, no puede evitar susurrar “sumire” cuando toma las flores en sus manos, y por primera vez ambos hablan libremente, su primera conversación real desde que llego al palacio, sin protocolos, sin consejeros, soldados o criadas, solo ellos dos mientras las violetas y el té son testigos de lo mucho y poco que tienen que decirse, por un momento el palacio, el gobierno y los deberes pueden esperar.
Con el paso de los días las conversaciones a la hora del té se vuelven una rutina y pronto se suman los paseos por los jardines hasta el estanque koi. Ambos platican de todo y de nada a la vez que se permiten ser más libres durante ese tiempo, Izuku le ha perdido el miedo a la imponente figura que es Enji ante todos los demás, aun le escucha mandar y gritar a sus hombres dando órdenes sin miramientos, sigue notando la diferencia de su voz al hablar, pero para él siempre ha tenido un tono suave y tranquilo, algo que solo es para él y que con el paso de los días lo envuelve en la necesidad de escucharlo cada vez más. Mientras que Enji ha encontrado en Izuku la tranquilidad que hacía falta a sus días, lejos de las órdenes y el gobierno de sus provincias, la melodiosa voz que ahora le acompaña por las tardes y noches se ha vuelto una constante, así como el aroma del té y la compañía cálida.
Hasta que un día Enji toma su mano, justo cuando llegan a la mitad del puente del gran estanque koi, sin decirle el porqué, el gobernante rojo desliza un su dedo anular la ostentosa sortija de oro con rubies que lleva días intentando entregarle, aquella que debió poner entre sus dedos desde que lo desposo cuando pretendía vengarse atándolo a su lado, pero que ahora tenía una intención distinta de transmitir.
- Izuku… eres tan hermoso… no hay flor que se compare o tan siquiera logre alcanzar tu belleza.
- mi señor – aquel susurro escapa de sus labios antes de que pueda dan siquiera pensarlo.
- déjame hacerte feliz… déjame enmendar lo cruel que he sido al traerte aquí… - Aquello es lo último que Izuku escucha antes de sentir la fuerte mano de Enji acunar su rostro, y luego sus labios sobre los propios en un suave beso, solo un toque que le quema hasta el alma y le eriza la piel – déjame hacerte feliz – solo esas palabras bastan para que Izuku se deje arrastrar por los sentimientos que lleva días tratando de entender y en un susurro deja a su corazón hablar.
- si… mi señor… Enji – aquella suave voz en Izuku es todo lo que el gobernante rojo necesita para volver a besarlo, más intenso, más profundo, más deseoso de todo lo que es Izuku ahora.
Días después de que Enji le entregara la sortija a Izuku un mensajero con el emblema del palacio de Aichi llega a las puertas del palacio rojo con una carta dirigida a Izuku, la molestia de Enji es notoria cuando el mensajero aclara que solo entregara la carta personalmente al primogénito de Toshinori. Cuando Izuku entra a la sala del trono no puede disimular su sorpresa al descubrir al mensajero frente a Enji quien toma su mano antes de que pueda acercarse, “- es un mensaje de tu padre, pero solo te lo entregaran a ti personalmente -”, aquellas palabras desconciertan a Izuku quien mira nuevamente al mensajero antes de reír suavemente y volver su mirada a Enji.
- ¡Oh! No creo que sea un mensaje de mi padre, o de alguien dentro del palacio de Aichi… verdad, ¿Bakugou-sama? – aunque Izuku suena tranquilo mientras todos miran al mensajero, pues aquel nombre pertenece a los regentes de la provincia de Mie.
- era lo único que se me ocurrió para poder llegar a sus tierras, la palabra de su padre no tiene valor y no dejaría fácilmente que llegara al palacio rojo – el misterioso mensajero se quitó el casco mientras Izuku miraba a Enji.
- mi señor, este es Bakugou Katsuki-sama el primogénito del regente de la provincia de Mie- aquello desconcertó a Enji, su ceño se frunció mientras se preguntaba el motivo que le había llevado a realizar tal mentira y como si el visitante inesperado entendiera comenzó a relatar la razon que lo llevo a mentir para entrar al palacio rojo.
Izuku no podía creer el descaro de su padre, le había creído capaz de muchas cosas, pero no de armar un plan tan desesperado. Su padre había ofrecido su mano en matrimonio a la casa de los Bakugou con la condición de que le apoyaran a librar una guerra contra el gobernante rojo y hacerse por fin de sus tierras, pero no contaba con la desconfianza del gobernante de Mei y que ya había llegado a sus oídos la noticia de sus nupcias, por lo que cuando Bakugou Katsuki solicito una audiencia para verle y fue negada tomo la decisión de venir a hablar con el gobernante rojo.
- ahora que le he visto puedo volver a mis tierras para hablar con mi padre y decirle la verdad, romperemos alianzas con el gobierno de Aichi.
- dile a tu padre que tendrá mi apoyo si se levanta en guerra contra Toshinori – Enji le entrego a Bakugou un sobre con el sello de la casa Todoroki – tu padre puede usar mi palabra para comunicarle a Toshinori que sabemos la verdad - Luego de aquello Bakugou se fue de palacio aprovechando la oscuridad de la noche para regresar a sus tierras.
Esa noche dentro de sus aposentos Enji tomo la mano de Izuku mientras repetía nuevamente sus intenciones de hacerle feliz. Cuando Enji se acerca a él para besarle ya era un mar de nervios por lo que saben pasara esa noche, lo han deseado durante días desde que el imponente hombre le entrego la sortija que ahora usa. Lentamente las grandes manos le deshacen el obi sin dejar de mirarle, mientras Izuku contiene la respiración, su cuerpo tiembla mientras el imponente hombre que es Enji desliza la seda del kimono de sus hombros antes de acercarse y besarlo nuevamente como esa tarde en el jardín de las flores rojas.
Bajo la calidez de la noche, entre las sábanas que se tiñen de rojo por la entrega de su virtud, entre las manos de Enji que le hacen temblar hasta el alma, con el compás y a la melodía de sus cuerpos, Izuku se deja envolver en las mil sensaciones que le queman por completo mientras escucha las promesas de amor que sabe Enji cumplirá. Se entrega en cuerpo y alma sabiendo que solo podrá amar con esa intensidad a un hombre en su vida, con ese deseo de seguir siendo devorado y tocado por las grandes y toscas manos que le apresan bajo el robusto cuerpo que se cierne sobre él. Por primera vez Izuku desea que la noche nunca termine, por primera vez desea que el cuerpo sobre él siempre sea tan cálido como en ese momento, por primera vez desea permanecer siempre en el palacio rojo, siendo el consorte del gobernante, siendo la madre de Shoto, siendo Izuku.

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La provincia roja
FanfictionUn gobernante en busca de venganza y un doncel que debe pagar el precio para lograrla, tal vez este sea el camino correcto.