El pequeño Shoto no habla, no juega con nadie, se mantiene alejado de la gente e incluso sus criados han dejado de intentar que el niño se comporte como debería de hacerlo un niño de su edad. Su vida no ha sido dulce, la gente nunca creería que desde su nacimiento siempre había estado a la sombra de sus tres hermanos mayores: de Touya que siendo el primogénito y quien regiría las provincias tenía toda la atención de su padre y una educación estricta, de Fuyumi y Natsu quienes compartían la atención de su madre que les educaba para servir a las provincias; pero él, él estaba siempre solo a la espera de un poco de tiempo y cariño que pudiera obtener.
Su carácter no era nada fuera de su ser, siempre había actuado así esperando que alguien le diera atención, aunque fuera una caricia, pasando casi invisible para todos dentro del palacio donde nació. Cuando la guerra alcanzo las murallas del palacio de Shizuoka, en ese entonces el palacio rojo, también fue invisible, oh maldición y bendición en una noche tan trágica en la que siendo solo un pequeño de 4 años logro escapar del fuego que consumió todo a su paso. Cuando los soldados de su padre le encontraron casi había amanecido y en su mirada aún se instaba el miedo de ver todo desaparecer.
Desplazados por la guerra hacia el palacio del este una nueva realidad le golpeo ante la vida que ahora tendría, su madre y hermanos estaban muertos, su padre enfrascado en una guerra por recuperar parte de las tierras tomadas por su enemigo y él ahora era el único descendiente de la dinastía Todoroki, toda la atención se volcó sobre él, sobre sus pequeños hombros y entonces, en su infantil comprensión se dio cuenta que solo estaría en el centro de todo por ser el único sobreviviente, no porque le quisieran, no porque fuera especial, entonces algo dentro de él termino por quebrarse.
A partir de entonces se cerró a hablar con cualquiera que le buscara, no jugaba, no salía de la habitación donde le dejaran, deseaba volver a ser invisible porque al menos al serlo había podido seguir siendo libre dentro de lo poco que tenía, con esa idea se aferró a la pelota azul entre sus manos, aquella que su hermano mayor le dio cuando solo tenía tres años, “- tú puedes jugar en el jardín, yo debo cumplir con los deberes, cuando termine jugare contigo -“, aquello también fue lo último que le dijo su hermano antes de no volver a verlo, antes de que el fuego se llevara todo.
Ahora en el nuevo palacio rojo continúa negándose a hablar o salir, pero no puede pasar desapercibida la presencia del nuevo consorte de su padre quien ha tratado de hablarle o jugar con él, no entiende su insistencia cuanto ha visto a todos los demás abandonarle. Le mira volver todos los días trayendo juguetes o libros, le ha escuchado reprender a sus criadas por los comentarios mal intencionados que han tenido para él cuando es algo a lo que siempre había estado acostumbrado. La lluvia ni siquiera le preocupa cuando se cierne por días sobre el palacio rojo, por lo que sin pensarlo deja la ventana de la habitación abierta para poder escuchar como caen las gotas de lluvia sobre la ventana todo lo posible.
No sabe exactamente como termino frente al gran árbol de cerezos, lo único que le importa es recuperar la pelota azul que se encuentra sobre las ramas de este, siente su cuerpo pesado, su vista apenas y vislumbra el tono azul entre las hojas del árbol y sin pensarlo más comienza a subir por las ramas hasta que siente como su cuerpo comienza a caer, pero nunca siente el suelo bajo él, en cambio algo cálido lo sostiene y envuelve, por primera vez en su vida se siente seguro.
No entiende los gritos, los sonidos son solo ecos lejanos mientras la oscuridad es lo único que ve, no sabe cuánto tiempo ha pasado, y solo cuando la sensación húmeda y fresca en su frente le despiertan es consiente que esta nuevamente en su habitación, Izuku al lado de su futón cambiando un paño en su frente y su padre unos pasos detrás con un semblante serio. Durante toda la mañana de ese día Izuku no abandona la habitación, le cuida y alimenta sin decir nada de lo que ha pasado, su padre se ha ido luego de que Izuku dijera que se quedaría y ahora Shoto no comprende porque él se molestaría en estar con él.
Por la tarde a podido volver a estar solo en su habitación, su criada ha salido a traer la cena cuando el ajetreo de la servidumbre vuelve a los pasillos hasta los aposentos de su padre, por la puerta logra escuchar como mandan por el médico y mira a las criadas llevar vasijas con agua y paños dentro de la habitación. Luego que todo se tranquiliza se acerca en silencio para saber que ha pasado cuando escucha a las criadas hablar mientras llevan entre sus manos el kimono que Izuku llevaba en la mañana. Sus ojos se abren con sorpresa al enterarse que Izuku le ha salvado de caer del cerezo y le ha cuidado por tres sin dejar la habitación, sin pensar más sus pasos le guían hasta la puerta de los aposentos de su padre desde donde puede ver a Izuku en el futón mientras su padre espera a su lado con un semblante que nunca le ha visto tener.
No sabe el porqué, pero sus manos se aferran al borde de la puerta de la habitación, sin moverse permanece ahí por horas mientras observa como Izuku continúa dormido, su padre a su lado dejando que las criadas le atiendan. Casi a amanecido cuando escucha a las criadas decir que Izuku estará contento de poder salir de nuevo al jardín y ver las flores que tanto le gustan. Nuevamente, sin saber por qué sus pasos le guían ahora fuera de la casa principal, entre los jardines llenos de flores, ignorando el gran cerezo.
Su corazón comienza a sentirse más cálido a cada paso que da mientras regresa dentro de la casa principal, entre sus manos sostiene un manojo de camelias, las más bonitas y grandes que ha podido encontrado entre los arbustos que le ha visto cuidar y que piensa que a Izuku le aran feliz. Con pasos suaves se acerca lo más que puede al futón donde Izuku aun descansa, le mira por un momento antes de dejar las flores sobre el suelo de tatami y salir de la habitación, no sabe que podría decir o como explicarse aun cuando por primera vez desea hablarle, desea que Izuku le escuche y vuelva sus ojos hacia él, que le pida jugar o salir a los jardines y el aceptaría sin dudarlo, ahora deseoso de tener la atención que Izuku quiere darle, porque lo ha visto preocuparse por él, cuidarle y protegerlo, por primera vez el pequeño Shoto piensa que tener la atención sobre él no es algo malo, si si es la atención de Izuku, mientras sea la atención de Izuku la tomara.

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La provincia roja
Fiksi PenggemarUn gobernante en busca de venganza y un doncel que debe pagar el precio para lograrla, tal vez este sea el camino correcto.