El invierno se había cernido sobre las murallas del palacio, las tierras antes rojas ahora se cubren con mantos blanquecinos por la nieve que días cae y días deja salir tenues rayos de sol. Desde su retorno al palacio no han tenido noticias de la provincia de Aichi. Ahora con un clima frio las tardes en el jardín se han reemplazado por largas estancias dentro del salón del té en la comodidad del kotatsu acompañado del pequeño Shoto y por Enji una vez que regresa dentro de la casa principal trayéndole una camelia blanca que siempre termina adornando su cabello entre las horquillas que usa.
La calma del invierno parece contagiar a todos en la provincia roja envolviendo a los días en utópica paz y con aquel sentimiento se atreve a cambiar un poco su té verde por un té negro aun cuando no es afecto de los sabores fuertes como Enji. Todo parece estar bien hasta que las criadas llegan con el té, el aroma pica instantáneamente en su nariz aun cuando apenas y han entrado en la habitación, no le toma importancia y lo atribuye a la falta de costumbre al aroma.
Pero, solo basta un sorbo a su taza y un poco del aroma dentro de sus pulmones para sentir las náuseas subir por su garganta, el resto del té termina manchando su kimono mientras trataba de contener la arcada con la que regresaba lo poco del té que había tocado sus labios. Mientras una de las criadas permanece a su lado dándole aire con el abanico y otra trata de calmar al pequeño Shoto quien se niega a soltar el kimono de su madre, una tercera criada sale buscando ayuda para su señor, y al poco tiempo la casa principal es visitada por el medico cuando Izuku ya ha sido llevado a sus aposentos donde el gobernante y Shoto han permanecido a su lado.
Solo Enji permanece en la habitación cuando el médico le examina, las criadas han tenido que sacar a Shoto contra su voluntad mientras le repiten una y otra vez que todo estará bien, los minutos se volvieron eternos hasta que la puerta de la habitación fue abierta y el doctor salió, Shoto escapo de los brazos de las criadas y entro corriendo hasta llegar a Izuku quien estaba sentado y le recibió en brazos bajo la atenta mirada de Enji, las criadas permanecieron en la puesta de la habitación hasta que Enji se levantó.
- preparen un gran banquete y cuelguen los emblemas en cada muralla de palacio, que toda la provincia celebre que pronto Izuku, mi consorte, traerá al mundo a un descendiente de la casa Todoroki – las exclamaciones de júbilo no se hicieron esperar y pronto las criadas habían salido por todo palacio llevando la noticia del embarazo del doncel, pero dentro de la habitación el pequeño Shoto seguía aferrado al kimono de Izuku sin poder digerir la noticia que había escuchado. Ajenos a los pensamientos del pequeño Shoto, Izuku acariciaba su espalda mientras tarareaba una nana, feliz de que prontamente le daría más descendientes a su esposo y su pequeño Shoto tendría un hermano o hermana con quien jugar y la casa se llenaría de risas infantiles, para él, la primavera había llegado antes de tiempo al palacio.
Entrada la noche se escuchaba el júbilo de todo el palacio ante la celebración por la pronta llegada de un descendiente más de la dinastía del gobernante, los miembros de la corte fueron los primeros en desear bendiciones y una salud larga a la familia del gobernante, aunque Izuku solo asentía mientras se encontraba al lado del gobernante y mantenía a Shoto sobre su regazo. Pasados unos días la felicidad de Izuku comenzó a esfumarse al notar que la actitud de su pequeño Shoto había cambiado nuevamente, volvió a encerrarse en su habitación y no le dirigía la palabra, solo le miraba y asentía, pero la mirada cálida y su sonrisa habían desaparecido nuevamente.
Estaba por terminar el invierno cuando la desesperación se apodero de Izuku, sus pasos presurosos por todo el palacio rojo eran seguidos por las criadas que nunca le dejaban y que ahora trataban de calmarle. Llevaba medio día buscando a su pequeño Shoto, habían recorrido todo el palacio en su búsqueda e incluso esperando que alguno de los criados llegara con el pequeño, pero aquello no ocurrió. Cuando agotaron toda posibilidad dentro de palacio los grupos de soldados comenzaron la búsqueda por el pueblo tratando de que nadie se enterara de la desaparición del pequeño heredero, para entonces Enji trataba de calmar a Izuku quien no paraba de estrujar el pañuelo entre sus manos.
Las horas comenzaron a pasar sin que lograran encontrar al pequeño. Entre el caos que había en palacio, Izuku logro escapar de la vista de todos, tomo su haori y sin dejarse ver salió de la seguridad de las murallas de palacio para buscar a su pequeño. Busco por el pueblo cercano evitando a los soldados hasta que dio con el pequeño rio que aún tenía rastros de hielo y como si aquello iluminara su mente el recuerdo de una de las lecciones de Shoto llego a él: su maestro le explicaba al pequeño como estaban conformadas las provincias que regía su padre y como el rio conectaba Shizuoka y Yamanashi donde se encontraba ahora el palacio rojo; por lo que siguiendo su corazonada comenzó a seguir el cauce del rio mientras imploraba por que su pequeño regresara a sus bazos.

ESTÁS LEYENDO
La provincia roja
FanfictionUn gobernante en busca de venganza y un doncel que debe pagar el precio para lograrla, tal vez este sea el camino correcto.