Era una mañana de un 28 de octubre de 1970, el clima era frío, las calles parecían estar repletas de personas sin otro motivo que las moviese que no fuera el de trabajar para sobrevivir, con todo esto que hace no más de un año atrás el mundo se vio atónito cuando en 1969 el hombre pisó por primera vez la luna, cosas mas antiguas por mencionar podríamos decir que unos años antes el presidente estadounidense John F. Kennedy fue asesinado, realmente una desgracia, pero a casi 10 años de su muerte el mundo parece ya no importarle, a mi en lo personal, solo lo veo como un dato curioso. Me parece interesante como la vida va cambiando, la sociedad evoluciona y las personas escriben cosas maravillosas.
Mi nombre es Charles Winter, soy hijo de un matrimonio algo peculiar, mi padre un irlandés alto, pelirrojo, de al menos 1.83 y mi madre una británica graduada en artes, con una diferencia de edades de 15 años y una manera de educar algo conservadora.
Mi padre en busca de algo que llenara su vida, salió de su ciudad natal en busca de eso que le faltaba, viajó por muchos lugares, aprendió muchos oficios, pero el que más le agrado fue el de pintor.
Solía contarme en mi niñez maravillosos cuentos acerca de cómo era el mundo, hermosos paisajes, lugares místicos y montañas enormes que cuando dormías a sus pies parecía como si un gigante te vigilara simulando que la luna era su enorme ojo.
Mientras se recostaba en la pradera empezaba a contar las estrellas pensando que siempre se quedaba dormido y despertaba al otro día con la enorme decepción de no haber podido contar hasta la ultima estrella del amplio cielo.
Mi madre por el contrario solía disciplinar mi exceso de energía mediante castigos que a mi edad actual no parecían castigos, mas bien parecían deseos de una madre que solo quería reflejarse en su hijo. Mis castigos iban desde lectura de libros viejos, practica con el piano o clases de pintura con mi padre.
Realmente a esa edad no veía la importancia de esas cosas, y las noté hasta mi adolescencia cuando para poder declarar mi amor a una señorita del barrio en el que vivíamos tuve que pedirle a mi madre que me enseñara a tocar el piano, fue demasiado vergonzoso tener que pedírselo ya que ella durante muchos años al escucharme tocar el piano me repetía una y otra ves la frase:
—"y pensar que aprendiste a tocar ese piano viejo por un amor que cuando te escucho tocar solo salió huyendo"—
Realmente viví con la vergüenza muchos años por ese mal recuerdo, creo que por ese mismo motivo me convertí en alguien que no socializaba mucho, y se enfocaba mucho en el arte y literatura. Con mi padre solía ir al campo y su sitio favorito era el Monte Ross, el me solía contar que antes de conocer a mi madre escalo aquella montaña.
Contaba con tal inspiración que en aquella ocasión, debido al cansancio se quedo sentado sobre un tramo de la montaña y durante un pequeño lapso de tiempo soñó que una figura bajada de la montaña con un velo que figuraba tener enredadas en ella todas las estrellas del cielo, por que al verla de frente su velo brillaba en demasía, y el cielo se había obscurecido totalmente.
Aquella figura que él solía decir que era una hermosa mujer, pero que cuando mi madre lo escuchaba el inmediatamente rectificaba con la frase "pero no tan hermosa como tu madre", contaba que le dijo lo siguiente
—"es momento que bajes de la montaña, cuando despiertes, y el sol se haya levantado sobre la noche estrellada, al pie de la montaña y mientras el sol sale a sus espaldas, ahí encontraras aquello que siempre has buscando"—
Y así fue, al bajar de la montaña con el sol naciente, ahí estaña ella, mi madre, una londinense de cabello pelirrojo, con ojos de color gris, una piel blanca como un invierno frío y una sonrisa tan cálida como la primavera. El la describía así, en ocasiones suelo pensar que el estaba borracho y en una aventura subió a la montaña y en su momento de lucidez al bajar encontró a mi madre ahí en su rutinaria práctica de pintura.
Por su lado mi madre describía aquel día como cualquier otro, contaba que todas las mañanas de domingo le gustaba ir a ese campo de flores cercano a pintar las montañas y todo aquello que se le cruzara en frente, ella una universitaria en artes y su enorme deseo de ser famosa la impulsaba a ir detrás de esos escenarios, de pronto de entre las flores, venia bajando un hombre, alto, fuerte, con una maleta en la espalda, que al mirarla dejo caer sus cosas y empezó a llorar, ella no sabia que pasaba, llego a creer que hizo algo malo como para hacer llorar a ese hombre.
Al tratar de calmarlo y que dejase de llorar, trato de hablar con el, pero cuando el balbuceaba en irlandés cosas, se dio cuenta que quizás no hablaba su idioma, y pensó en la manera de tratar de ayudarlo, pero antes de darse la vuelta, el se limpio las lagrimas y de un salto se puso de pie e inmediatamente se arrodilló y le pidió casarse con el.
Ella en su asombro empezó a reír y le dijo:
—jamás había conocido a alguien tan gracioso como tú—
Cuentan que solían reunirse a menudo en aquel campo, como amigos, ella aprendió de su técnica de pintura, y él, bueno, él aprendió como comportarse.
Años después de tanta insistencia y de notar que el amor de mi padre era real, ella acepto casarse con el.
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Más allá de tu mirada
Romansahistoria de romance, tragedia, autodescubrimiento, tipo historica ubicada en londres en la epoca de 1950 a 1990