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Deslicé la puerta de la casa de Derek y entré con Steve, May y Sebastian detrás mío. Ahí nos esperaban Peter, Derek, Scott y Stiles.

Más temprano, ellos habían recuperado los recuerdos de Isaac con el jefe de Scott, Deaton. Isaac les dijo que sus amigos se encontraban en la bóveda del Banco Nacional de Beacon Hills, que había cerrado hacía un tiempo luego de que les robaron.

Stiles y Scott le habían preguntado al sheriff cómo hicieron los ladrones para entrar al lugar, pero no teníamos tiempo para hacer el mismo plan. Debíamos improvisar otra cosa, en lo posible que nos tomara menos tiempo.

—Necesitamos un taladro de diamante —fue lo primero que dijo Stiles y miró a Sebastian.

—Ah, déjame que voy corriendo a buscar el que llevo siempre en el auto —espetó él, agarrando su costado con molestia. May apretó su mano para quitarle el dolor.

—Olvida el taladro. Si entro yo, ¿cuánto espacio tengo? —preguntó Derek, sin dejar que Stiles le respondiera al cazador.

El chico de lunares se olvidó del francés para mirar a mi tío de brazos cruzados y con una mueca burlona en el rostro.

—¿Qué harás, Derek? ¿Romperás la pared a golpes?

Derek rodó los ojos, y podría jurar que no fue el único. Scott los miraba cansado, mientras que Peter parecía disfrutar de la situación.

—Sí, Stiles, romperé la pared a golpes.

—Muy bien, a ver ese puño. Saca el gran y viejo puño, no temas —dijo el adolescente. Derek alzó el puño y Stiles colocó su palma abierta a pocos centímetros—. Ahí vamos. ¿Ves esto? Tienes ocho centímetros para... —el chico fue interrumpido cuando Derek descargó su puño contra su mano, haciéndolo caer sobre la mesa—. Puede hacerlo.

—Voy a atravesar la pared. ¿Quién viene conmigo? —preguntó, mirando directamente a Peter.

Él inmediatamente se negó. Lo miré decepcionada, intentando meterme debajo de su piel. Si tan desesperado estaba por hablar conmigo y que yo lo perdonara tal vez podría convencerlo de ayudar.

Desafortunadamente, no se puede manipular a un manipulador, y Peter me había enseñado todo lo que yo sabía.

—Yo aún no estoy en mi cien por ciento, y con Isaac y Steve fuera de juego no tienen mucha posibilidad —se excusó.

—¿Y qué debo hacer? —preguntó Derek, mirando a nuestro tío—. ¿Dejarlos morir?

—Uno ya está muerto.

El silencio reinó en el lugar. Noté a Derek furioso, por lo que no dije nada cuando miró mal a Peter.

Steve y May me habían preguntado si le iba a decir lo que vi cuando revisé los recuerdos de Steve, pero ni siquiera yo estaba segura de lo que vi, así que por ahora iba a mantenerlo para mí. Cora había muerto en el incendio, no podía ser ella la que estaba en la bóveda. Probablemente era Marianne.

The Witch Wolf [Teen Wolf III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora