III

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Entré al hospital con Sebastian y Scott detrás mío. Melissa nos había llamado para avisarnos que Isaac y Steve estaban heridos y a punto de ser ingresados a cirugía, por lo que los tres dejamos la escuela para ir por ellos.

Derek no respondió las llamadas de Melissa ni las mías, así que éramos solo nosotros tres. Si los Alfas los habían lastimado, significaba que los chicos habían descubierto algo, y era muy probable que volviesen para terminar el trabajo.

Melissa nos recibió y enseguida se enfrascó en una conversación con su hijo que me vi obligada a interrumpir.

—Iré a asegurarme que no estén acá —les dije. Scott me miró confundido.

—¿Quiénes?

—Los que hicieron esto.

Me dirigí hacia las escaleras, dispuesta a revisar piso por piso para asegurarme que la manada de Alfas aún no estaba aquí.

Sebastian vino detrás de mí, preparando sus cuchillos en caso de que tenga que enfrentarse a ellos. El primer piso estaba despejado, por lo que nos dirigimos al segundo. El ascensor se abrió en ese momento y reconocí el aroma de Scott, por lo que, sin darle mayor importancia, seguí revisando las habitaciones en busca de Isaac, Steve o alguna amenaza.

La mayoría de las habitaciones eataban vacías, hasta que encontré a un policía desmayado y atado a una cama.

—¿La señora McCall dijo que alguien intentó salvar a Isaac y Steve? —me preguntó Sebastian.

—Sí. Probablemente estaba en esta habitación.

Salimos rápidamente y eché un vistazo al pasillo. En un extremo estaba Scott, y cerca de los ascensores descubrí a dos enfermeros empujando dos sillas de ruedas. No había nada fuera de lo normal, más allá de las garras que sobresalían de las manos de uno de ellos.

Sentí una presión en mi pecho cuando el otro hombre me miró. Su cabello pelirrojo estaba peinado hacia atrás y sus ojos eran de un color marrón muy fuerte, casi negros.

Miré a los chicos en las sillas de ruedas. Eran Isaac y Steve, por lo que no dudamos ni un segundo en ir tras ellos. El otro hombre apretó el botón para que las puertas se cerraran, pero yo logré detenerlas con mi magia el tiempo suficiente para que Scott y Sebastian entraran.

Sin embargo, el pelirrojo sonrió y alzó su mano, deshaciendo enseguida mi magia. Antes de que las puertas se cerraran, él salió para enfrentarme.

—Yo también hago un poco de bibidi babidi bu.

Sin emitir palabra, puse en práctica todo lo que aprendí en el verano y comencé a atacarlo, pero él esquivó mis ataques con mucha facilidad.

Dirigió sus manos hacia mí y su nebulosa atrapó mis muñecas, dejándome inmovilizada.

The Witch Wolf [Teen Wolf III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora