3

827 79 5
                                    

  Capítulo 3: ¿Sentarse y hablar?

Todavía había feromonas en el aire, que estaban vagamente entrelazadas.

Ed levantó al hombre que estaba inerte en sus brazos.

Bájame, puedo caminar por mi cuenta.

Ed miró a Augus, que seguía jadeando e incapaz de mantener la compostura. Ignoró lo que dijo y lo llevó a la sala de estar, donde le indicó a la ama de llaves, el robot doméstico suspendido en el aire, que se comunicara mañana con el laboratorio para devolver el contenedor.

Tras llevarlo a su habitación, Ed le quitó los grilletes que habían estado sujetando las manos de Augus. No es que estuviera preocupado por él, pero sabía que en su estado actual no era una amenaza. Las dos marcas rojas en las muñecas de "Augus" eran especialmente llamativas.

¿Dónde estoy?

Augus estaba en alerta máxima. Miraba con recelo a Ed.

En mi casa.

Cuando Ed se dio cuenta entonces de que Augus estaba sentado desnudo en el sofá, sacó una camisa del armario y se la echó por encima.

No busques una salida. Hay dos rutas de escape, y ambas están siendo monitoreadas. No llegaras a la salida aún sí te escapes por la puerta o ventana.

Augus no esperaba que descifrara lo que estaba pensando en tan solo unos segundos. Sabiendo que no había posibilidad de escapar, recogió la camisa con las manos algo rígidas, moviéndose lentamente como un minusválido. Sus manos no estaban libres desde hace mucho tiempo. Esposado en la sala de interrogatorios y esposado en la mesa de operaciones del laboratorio...

Los calzoncillos están al fondo del armario a tu derecha, siéntete libre de cogerlos.

Ed observó cómo Augus se ponía la ropa con una ligera vergüenza, así que descartó la idea de ayudarlo, porque no quería que se sintiera aún más avergonzado.

Era más humillante estar desnudo, que llevar la ropa interior de otra persona. Augus, pensando en eso, se vistió.

¿Por qué yo...?

Augus iba a preguntar porque estaba en celo, pero las palabras no salían de su boca.

¿Realmente no sabes por qué?

...

Sólo fuiste marcado temporalmente por mí. A Ed no le importaba recordarle a Augus lo obvio una vez más: Físicamente, ahora eres un omega completo en términos de estructura corporal. Aunque el laboratorio dice que no es seguro que puedas concebir...

Augus apretó el puño, sus dedos se clavaron con fuerza en la palma de la mano, y su voz estalló con enojo:

¡La modificación del cuerpo es ilegal!

Qué casualidad, eso es lo que pensaba

Ed extendió las manos...

Pero por desgracia, en el Imperio, lo que diga la realeza es ley.

Esa fue una gran verdad. Bajo el pleno poder absoluto de la familia imperial, lo que el Emperador accedió era lo correcto. ¿La ley? La ley no fue hecha para los nobles que lo hicieron.

Ya he dicho que no sé nada de la información clasificada de la Unión.

Además, Augus no creía que el Imperio se tomara tantas molestias por una información que no había dicho:

Celo forzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora