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Capítulo 4: No entres

Augus se quedó por un momento ensimismado. Mientras se cubría los ojos con sus brazos, dejó que Ed limpiará el desastre de su cuerpo con un pañuelo.

—Oye, ¿estás bien?

Ed tiró el pañuelo y miró a Augus que seguía en el mismo estado, como si se hubiera congelado.

—Solo nos hemos masturbado, ¿nunca has hecho esto antes? —aunque no hubiera tocado a un omega, Ed supuso que sí había tenido ese tipo de "intimidad" con alfas y betas.

Ed separó los brazos de Augus y vio sus ojos húmedos, haciendo que su corazón se acelerara.

—¿Crees que todo el mundo es como tú?

Augus lo miró con frialdad, separó el edredón y se acostó en el borde de la cama.

—Todas las alfas que conozco son más o menos como yo, de acuerdo...

Ed quería decirle que los alfas tan puros como él, habían desaparecido hace tiempo. Sin embargo, él ya no era un alfa, por eso no se lo dijo. No era tan mala persona como para echarle sal a la herida.

Ed se metió en la cama y miró a Augus. El otro hombre, que estaba acostado al otro lado de la cama, lo miró como si fuera la peste. Evidentemente, Augus seguía despierto, pero como no quería hablar con él, lo ignoró. Tras unos segundos sin respuesta, Ed no se molestó en gastar más palabras, cerró los ojos y se durmió sin saber en lo que estaba pensando.

A la mañana siguiente, Ed se despertó temprano y vio a Augus completamente vestido y sentado en silencio en el sofá. Él estaba hojeando una revista de noticias de quién sabe cuántos meses atrás.

—Levantarse temprano, ¿costumbres de estar en el ejército?

—Sí.

Después de lavarse y ponerse el uniforme, pensó si era mejor llamar a la ama de llaves.

—Voy a enviar a mi mayordomo. Puedes pedirle directamente las cosas que necesites.

Cuando terminó de hablar, inmediatamente le colocó un par de esposas electrónicas que requerían huellas dactilares para desbloquearse.

—Lo siento mucho, pero en este momento no puedo confiar en ti...

—Es un honor que te tenga que molestar en este estado —Augus gruñó y ofreció amablemente su mano derecha a Ed.

—Lo siento.

Se oyó un clic cuando la mano derecha de Augus fue esposada al reposabrazos del sofá.

—Conmiseración —Ed escuchó el sarcasmo en sus palabras. Así que no pudo evitar inclinarse y darle un beso en los labios.

—Si quieres ir al baño, puedes ir directamente... Estoy seguro de que lo resolverás.

—... Sal de aquí.

Augus se limpió vigorosamente la boca con la mano izquierda. Su cara no poseía ninguna emoción, pero mostraba signos de agotamiento.

Ed sintió que cada vez disfrutaba más burlarse de él... lo cual no era una buena señal.

Los días siguientes no pudieron ser más normales. La Unión estaba en plena retirada de la línea de fuego. Había informes de sus espías sobre la situación del otro lado y parecía que la situación era demasiado volátil como para seguir tratando con el Imperio. Incluso algunos querían ceder el terreno y buscar la paz por primera vez en siglos.

Celo forzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora