1. Welton

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Alex.

Welton.

Para muchos, una pesadilla.
Para mi hermana y para mí... una gran oportunidad.

Bueno, no todos los días te dejan estudiar en una escuela solo para chicos.

Aunque a Sam le emocionaba esa parte más que a mí.

—¿Crees que serán guapos? —me preguntó en un susurro mientras entrábamos a los terrenos de la escuela.

—No lo sé, Sammy —respondí sin mucho interés en el tema—. En estos sitios suele haber de todo.

—Ya estamos —anunció nuestro padre parando el coche.

—No sé si debería estar emocionada o no —dije bajando del coche y mirando a mi alrededor.

—Tonterías —dijo mi padre riendo—. Bajar vuestras maletas, tenemos que instalarnos.

Hicimos lo que nos dijo y nos acercamos a la entrada de la escuela. Allí nos esperaba un señor viejo que ni idea de quién era. Saludó a mi padre y le dijo nosequé de nuestras habitaciones. Él lo siguió, así que Sam y yo también.
La habitación de papá estaba en el área de profesores, a la que los alumnos no podían acceder. Mi habitación y la de Sam estaba entre las dos áreas, un poco más cerca de la habitación de papá que de las de los chicos. Y claramente ellos no podían h acercarse a nuestro dormitorio.

La habitación tenía dos camas individuales, dos escritorios y un armario. Teníamos un baño propio al que solo podíamos acceder desde dentro de la habitación.

—¿Qué os parece? —preguntó papá cuando nos dejaron allí solos.

—Es... acogedora —dijo Sam encogiéndose de hombros.

—Me alegro -respondió y se dirigió a mí—. ¿Y a ti que te parece?, Ale.

Me encogí de hombros sin saber que decir.

—No está mal —dije al final mirando la habitación.

—Bien -dijo él—. Prepararos para la ceremonia.

—¿Tenemos que ir? —me quejé.

—Estaría bien —respondió cerrando la puerta del cuarto.

Me tiré a la cama perezosa mientras Sam deshacía su maleta, buscando algo formal que ponerse. Yo hice lo mismo y terminé escogiendo un vestido azul de tirantes y con vuelo de cintura para abajo. Sam optó por un vestido similar, solo que amarillo y con pequeñas florecitas naranjas y rojas.

Llamaron a la puerta y Sam abrió dejando ver a nuestro padre con su orla ya puesta.

—Estáis preciosas —dijo sonriendo.

Llegamos a la capilla y papá se fue con el resto del profesorado.

—Vale —le dije a mi hermana cuando se alejó—, se ha ido. ¿Nos largamos?

Sam les echó un vistazo a todos los niños pijos llegando con sus padres todavía más pijos y asintió.

—Vamos —dijo y empezamos a correr como locas lejos de toda esa gente.

Nos quedamos lo suficientemente lejos pero no tanto como para salir de los terrenos de la escuela. Esperamos tumbadas en la hierba hasta que vimos a padres y alumnos saliendo de la capilla.

Hora de hacernos las inocentes, como si hubiéramos estado en la ceremonia.

—Hey, papá —lo saludamos al verlo salir de la capilla.

—No habéis estado en la ceremonia, ¿verdad? —dijo acusador, pero con una sonrisa.

—¿De veras pensabas que nos quedaríamos? —preguntó mi cómplice riéndo.

𝒟𝑒𝒶𝒹 𝒫𝑜𝑒𝓉𝓈 𝒮𝑜𝒸𝒾𝑒𝓉𝓎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora