Ofelia Perry siempre ha sentido que su feminidad es un obstáculo en una sociedad que la silencia. Tras ser expulsada de una escuela para señoritas, se une a su hermano Neil en la rígida Academia Welton, donde las reglas parecen sofocar su libertad.
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──── HELLTON ────
SEPTIEMBRE DE 1959
Ya era oficial que Ofelia iba a asistir a esa escuela. Todos sabían de su llegada, lo cual todavía seguía siendo un asombro para la audiencia masculina, por lo que las hormonas de estos revoloteaban por los aires.
La muchacha de ojos castaños estaba exhausta de tener que subir y bajar escaleras, y peor aún, lidiar con los profesores machistas que se interponían en su paso.
-"¿Cómo una señorita de su posición cometido tales actos tan inmorales?"-
-"No me sorprendería que haya cometido actos promiscuos"-
-"Lo único que usted debía hacer es ayudar en su casa, para ser una buena esposa en el futuro".-
Eran algunos de los comentarios que la joven recibía, e incluso, eran los más leves.
Quitando de lado la horrible experiencia que Ofelia tuvo desde que plantó las suelas de sus pequeños tacones en el asfalto de Welton, ella actualmente se dirigía hacia su clase de inglés la cual era sin dudas su clase favorita.
Amaba la poesía, el romance... algo que quizás era raro para los demás, ya que algo tan refinado como la poesía, le gustaba a una chica problema como ella.
Absorta en sus pensamientos, sintió un pequeño golpe en su hombro, que quería llamar su atención.
-¿Volando en las nubes, Perry?- Le sonrió Charlie.
-Claro, es mi única escapatoria para no pensar en esta escuela- Ella le devolvió la sonrisa.
Hasta ahí había llegado la pequeña conversación, ya que habían llegado a su respectiva aula donde el nuevo profesor, el profesor Keating, iba a dictar su nueva clase.
Ni bien entró, ella visualizó a su hermano, quien alzó su mano para que venga con él y se siente en frente suyo.
- Hey, ¿cómo te parecieron las clases hasta ahora? - le preguntó su hermano cuando ella ya había tomado su asiento.
- Agotadoras, sin contar que todos tus profesores son unos machistas - volteó los ojos la muchacha.
- Ahora son también tus profesores... simplemente no les prestes atención, tú puedes con todo esto - le guiñó un ojo.
Cuando Ofelia le quiso responder, el nuevo profesor había ingresado al salón de clases mientras silbaba y recorría viendo a todos. Todos guardaron silencio.