Ofelia Perry siempre ha sentido que su feminidad es un obstáculo en una sociedad que la silencia. Tras ser expulsada de una escuela para señoritas, se une a su hermano Neil en la rígida Academia Welton, donde las reglas parecen sofocar su libertad.
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────HELLTON────
SEPTIEMBREDE 1959
Ofelia caminaba sola por el patio de Welton, era fin de semana y, tras unas agotadoras clases, necesitaba despejarse con la brisa fría de la tarde acariciandole las mejillas. Mientras miraba las hojas caídas cubrían el suelo, oyó unos pasos detrás de ella. Al volverse, vio a Theodore Nott, el chico solitario con el que habia tenido una sola conversación durante su estadía allí.
Él caminaba hacia ella, algo dubitativo, pero con una mirada firme.
- Ofelia, ¿puedo acompañar tu caminata?- preguntó con voz calmada.
Ella se sorprendió por el tono respetuoso de Thedore. No era la clase de persona con la que esperaba cruzarse, pero tampoco veía razón para rechazarlo.
- Claro.- asintió Ofelia.
Caminan unos minutos en silencio, ambos observando el cielo que aún tenía rastros de lluvia. Finalmente, Theodore se detiene, mirando el suelo antes de atreverse a hablar de nuevo.
- Supongo que has odio los rumores sobre mí.- dijo con una ligera sonrisa.
Ofelia no respondió de inmediato, pero lo miró de reojo, evaluando si debía ser honesta o no.
- He oído cosas, sí. Pero no suelo fiarme de los rumores.- trató de ser cautelosa.
Theodore la observó, con una mezcla de alivio y sorpresa en sus ojos. Era raro que alguien no lo juzgara de antemano.
- La mayoría no lo hace. Escuchan algo y ya está, soy culpable de lo que sea que imaginen. Pero... no es verdad, Ofelia.- el chico se colocó el frente de ella, con ojos de cachorro. - No hice lo que dicen que hice. Ni siquiera me defendí, porque sabía que no me creerían. Ya estaban decididos.
Ofelia lo miró más de cerca. Había algo en su tono de voz que le hacía creerle. Theodore no parecía el tipo de persona que se excusara o intentara justificar lo injustificable.
- Debe ser difícil vivir con eso. Que te juzguen sin conocerte.- ella suavizó su voz.
- Lo es. Especialmente en un lugar como este, donde todos esperan que encajes en un molde.- asintió lentamente.- Cuando te sales un poco, te aplastan con rumores. Y yo... no soy como los demás.
Ofelia lo miró en silencio, recordando sus propios sentimientos de desajuste en Welton. Porque aunque su situación no era tan extrema, comprendía lo que era no encajar en las expectativas de los demás.
