𝐄𝐧𝐦𝐢𝐞𝐧𝐝𝐚

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Cuando estuvieron de regreso en las bases de los refugiados, Gina tuvo la impresión de que había menos soldados que los de la última vez que estuvo allí, y no se refería simplemente a la pérdida de los miembros del escuadrón Lao.

Ya que un grupo de niños pequeños acapararon la atención de Trunks (porque vaya que muchos de ellos lo veían como un increíble héroe digno de su admiración), ella aprovechó el momento para hacer un pequeño recuento de las personas presentes, y también para ir hacia la pequeña zona apartada donde tenía sus cosas, pasando junto a un grupo de dos soldados jóvenes que actuaron sospechosamente distraídos cuando les pasó al lado.

Algo no estaba bien.

Dejando a un lado el pequeño bolso con las pocas pertenencias de Hope, porque ya la extrañaba lo suficiente, Gina dejó los dos bolsos con armas que había traído del refugio y centró su atención en un maletín, que tenía una computadora portátil con información importante que Bulma le había compartido, y también sus propios progreso en cuanto a la construcción de distintas armas.

No tenía caso usar armas contra Black, pero le gustaba pensar que ese aporte tal vez podría haber hecho una diferencia, al menos un tiempo atrás.

Nuevamente, aquellos dos soldados rondaron alrededor haciendo preguntas vagas, como si quisieran distraerla de algo, y Gina los observó fijamente durante un par de segundos, poniéndoles los pelos de punta.

— ¿Quién es su capitán? — quiso saber, y ambos se miraron entre sí.

— Uhm, eh... — balbuceó uno de ellos, dando un pequeño salto en su sitio en cuanto ella se acercó lo suficiente para tomarlo del brazo para observar la bandana.

El rostro del muchacho se encendió de inmediato por la vergüenza, porque no era el único allí cuyo enorme respeto por Gina (por ser una heroína y una inspiración para todos) se mezclaba con un ligero e inocente flechazo a causa no sólo de su fuerte espíritu y nobleza, sino también de su belleza.

Hablando de la manera más respetuosa posible, por supuesto.

— Escuadrón siete...

Sí, ella conocía al capitán de los siete: era un hombre mayor, de ojos oscuros, barba y bigote. Un buen hombre que tomaba muy seriamente sus deberes como capitán. Observó alrededor un momento, y soltó al muchacho, quien carraspeó incómodamente, tratando de disimular el calor en su rostro.

— ¿Qué órdenes les dio su capitán?

— N-No tenemos órdenes, señorita...

— Entonces, ¿dónde está?

— En una... misión, por un... Ehm, bueno...

— Por una situación de rescate. De refugiados. — se apresuró a decir su compañero.

Gina alzó ligeramente las cejas: — ¿En serio? ¿Sin dos de sus soldados?

— Es que... estamos castigados. — vil mentira. — Sí, sucede que no hemos hecho un buen trabajo últimamente, así que fuimos dejados aquí.

— Yo creería que el riesgo de salir allá afuera sería un castigo mejor, pero qué extraño. No creí que su capitán fuera el tipo de persona que se tomaría la libertad de castigar a sus hombres, y mucho menos en la situación en la que estamos.

Los pobres muchachos comenzaron a sudar, y Gina suspiró profundamente, sacudiendo la cabeza en una negación antes de tener la intención de tomar su otro bolso.

— ¡Se-Señorita Gina! — se apresuró a decir uno. — Por favor, tiene que decirnos qué sucedió allá afuera, con Black. Nos gustaría oír su versión de la historia.

𝙀𝙨𝙥𝙚𝙧𝙖𝙣𝙯𝙖『𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧 𝐁𝐚𝐥𝐥 𝐒𝐮𝐩𝐞𝐫』𝘿𝘽𝙉 #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora