Prólogo

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Danna
Un día leí por ahí, que existían personas que necesitaban a otras para ser complementadas, las llamadas almas gemelas.
Crecí en una sociedad en la que dan un papel primordial al amor , una en la que las personas se casan y juran amor , un amor que la mayoría de veces no existe, relaciones que no duran, matrimonios arreglados a conveniencia, parejas de años que se son infieles, pero es lo que se supone que debemos hacer, encontrar a nuestro príncipe, a nuestra alma gemela, sin importar que los fundamentos de dichas uniones sean mentiras y solo haga que nos dañemos más entre nosotros.
Mientras más años pasaba de espectadora me prometí a mí misma, ser un alma libre, pues si existen almas gemelas, también existen libres y yo soy eso .
Mi familia siempre fue tradicional .Mi madre, Dalila Cameron, una mujer que a pesar de su carácter y fuerza, dejó muchos de sus sueños por amor y se limitó a ser una perfecta madre y esposa, dedicó años a inspirar los mismos sentimientos en mi y en mi hermano, y aunque agradezco el amor con que nos crió lamento decir, que apostó todo a nada.
Mi padre, en cambio se dedicó a cumplir todo lo que quiso, es poseedor de una de las mejores cadenas de clubes de Las Vegas , y mientras mamá se dedicaba a inculcar sentimientos en nosotros, el cumplía cada una de sus fantasías , lo que comprobaba cuanto limitan a las mujeres en esta sociedad. Por lo que cada noche que mi papá llegaba con una sonrisa en el rostro y nos cargaba en brazos , me prometí ser como él, y no dejar que ningún amor me apagara o limitara como ocurrió con mamá.
Mi hermano adoptivo, un año mayor que yo, era quien cumplía y compartía cada uno de mis caprichos, si debía poner el mundo a mis pies lo hacía y nunca se quedó insatisfecho con los resultados. Nos habiamos criado juntos y mamá siempre quiso que entre nosotros existieran lazos de hermandad , algo que fue imposible con el pasar de los años, pues mientras íbamos creciendo las cosas fueron cambiando, y nos empezamos a ver como lo que éramos, dos seres humanos con las mismas ganas de desafiar al mundo, y desde ahí comenzó nuestra complicidad.
Sthep era muy guapo , medía 1.90 y tenía su cuerpo perfectamente ejercitado y cubierto por muchos tatuajes, los cuales desde que comenzó a hacérselos a los 17 años , no dejé de observar . Su pelo negro azabache y su piel blanca hacían un bello contraste que atraía la vista de todos a su alrededor , era un puto dios griego de ojos café , y que siempre alguna vez debía decir que tuve un alma gemela , diría que lo mas parecido fue él.
Aunque  yo era un año menor que él , siempre fuimos muy unidos pero no tanto como hermanos sino como amigos. Cuando empezó a desarrollarse , se volvió insoportable verlo sin sentir ganas de algo más . Yo era trigueña de pelo negro largo , ojos achinados , labios carnosos y curvas de infarto .
Yo y Sthep dormíamos en habitaciones continuas , que tenían un balcón en común , donde habían unos sofás camas donde acostumbrábamos a conversar por las noches , siempre supimos que entre nosotros había esa chispa y desde que empezamos a sentirlas, comenzamos con las provocaciones.

Almas LibresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora