El pobre de Jimin ha estado practicando, practicando y practicando. Su madre le recordó esta mañana antes de darle un beso en la cabeza con esfuerzo con tal de despedirlo como es debido que la práctica no hace al maestro, el maestro hace al alumno y luego el alumno se enamora de su profesor para que este lo pase de año por favoritismo. Por supuesto que estaba jugando con él, Jimin se abochornó al instante y lo negó todo pero riendo con los pulmones heridos, su madre se burló de él porque ella siempre le atinaba a lo que tenía. Lo ha visto muy feliz estás semanas volviendo de la escuela todos los días considerando que antes volvía con lágrimas pidiendo no ser un maldito sordo. Esforzarse por hacer un chiste y fingir estar bien con tal de ver la hermosa sonrisa de su hijo vale la pena.
Era cierto, Jimin sonrió de camino a pie a la academia dándose cuenta. Pero tal vez no era un enamoramiento, un encaprichamiento definitivamente sí. Está seguro porque le duelen las manos de tanto practicar y eso no le gusta, pero lo que sí le gusta y mucho es ver la cara de orgullo y aprobación de su profesor cada vez que toca bien hasta el final.
Le encanta.
Le encanta pasar el tiempo con su profesor, punto, sean cual sean las circunstancias, aunque su trasero pulsa por el incómodo banco. El profesor Min se ha estado comportando de maneras que le confunden un poco pero sería una mentira decir que lo odia.
Lo que de verdad no le agrada mucho es pensar en la idea de que tendrá que sentarse frente a decenas de personas y tocar algo que solamente ha hecho en la intimidad de su salón con su profesor. No que sea Su salón ni Su profesor ni que le guste pensar que lo que hacen durante clase sea íntimo y nada más de ellos, es sólo algo que no hace con nadie más, algo…
Como sea. No quiere ir al evento, nunca a sido un niño berrinchudo pero siente que si su profesor sigue obligándolo a practicar por horas con tal de estar listo para algo que no quiere, bien podría considerar seriamente tirarse al suelo y patalear.
—¿Por qué no? —le pregunta Yoongi mientras toca el piano y él está sintiendo las notas con las manos en la superficie como ya acostumbran.
Las expresiones del señor Min han cambiado, a eso y más se refiere con que se está comportando de maneras que distan de ser como cuando se conocieron. Ha aprendido a leerle los labios sólo porque le ha bajado revoluciones a su pronunciación y porque habla asombrosamente lento pero ya no siente que lo está tratando como un retrasado sin querer, es más bien como si su profesor ya estuviera muy acostumbrado o como si supiera que así debe ser la comunicación ahora.
Pasando la mayoría del tiempo juntos, a sido cuestión de práctica. Ya no definiría al profesor Min como un hombre serio y pulcro, ahora es más relajado, su rostro se contrae en muchos gestos que le permiten saber de qué está hablando en la mayoría de los casos. Sus hojas blancas ya no acaban tan llenas de palabras y Jimin a encontrado la forma de responder a lo que dice con otras cosas además de sus habituales sonrisas a las que jamás renuncia.
Por ejemplo ahora, en vez de decirle en señas que tiene miedo, pellizca su cara y saca un puchero haciendo como que su cuerpo tiembla para interpretar de forma más sencilla lo que los oyentes entienden por miedo. Se están adaptando uno al otro.
—Jimin–no–siente-miedo. —Yoongi también a aprendido a hacer algunas señas que a rescatado de entre sus pláticas.
Cuando las hace mal, tiene sus labios como segunda opción, últimamente a tenido que mirarlos mucho, demasiado.
Jimin decide ignorarlo cerrando sus ojos para concentrarse en sentir las vibraciones del piano. Pero Yoongi se detiene para molestarlo haciendo que el chico abra los ojos muy enojado fulminándolo con la mirada por haberse detenido.
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𝐄𝐥 𝐏𝐢𝐚𝐧𝐢𝐬𝐭𝐚 [𝐘𝐨𝐨𝐧𝐦𝐢𝐧] +𝟏𝟖
FanfictionMin Yoongi no sabe por qué Jimin le obsesiona tanto, más que sus otros alumnos, talvez es por su asombrosa habilidad para sentir la música sin poder escucharla y hacerle sentir con ella cosas que jamás ha podido. Yoongi es un responsable profesor de...