CAPÍTULO CUATRO

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“Nunca le ha gustado sentir que no puede comunicarse o logrado avanzar como le gustaría por sus limitaciones, pero al parecer lo que más le tiene desanimado es pensar en que no es suficiente”.

“¿Eso es lo que realmente quieres?“, le preguntó Jungkook a Jimin esa tarde que se acercó a él casi oliendo lo mal que se sentía en esos momentos.

“Por supuesto, lo quiero más que a nada en el mundo, pero… me da miedo”.

Jimin tiene miedo de muchas cosas. Su profesor lo protege, cuida de él y le ha dedicado tanto tiempo de calidad estos días que no entiende por qué tomarse la molestia de agacharse a su altura. Porque, ¿quién es él? No es más que un pequeño chico muy jodido e inseguro por dentro. Por eso no le gusta que lo toquen, de alguna manera le hace pensar que la persona quiere algo de él que Jimin no puede dar. Por eso no se le acerca a las personas, no quiere entrar en algo, comprometerse y terminar decepcionándolas así como es tan fácil “decepcionarse a sí mismo” siempre que recuerda lo mucho que se espera de él y no puede alcanzar por no ser el promedio de ser humano. No deja de pensar que el profesor Min, Yoongi, pronto se aburrirá de él y que “el chico sordo” pasará de moda. Se ha encariñado tan fácil cuando no se abre con nadie…

Todos estos sentimientos que ha sentido estos días y se revuelven en su interior le están hundiendo en una densa bruma negra de la que cree no hay una salida más que seguir esperando y esperando, recibiendo migajas rogando porque las personas a su alrededor no se cansen de él y lo dejen. Siempre lo dejan. Y ahora que Yoongi se ha quedado, no entiende por qué y teme que se vaya.

Por la mañana, después de pocas horas sin dormir porque su madre estuvo tosiendo toda la noche sin importar lo que hiciera para calmarla, Jimin está tratando de abrir un pote de pintura azul índigo para poder empezar su mural hoy. Maldito bote.

Trata de usar todas sus fuerzas para desenroscarlo, ¿por qué no abre? ¿Por qué esto es tan difícil?

Una voz en su cabeza le dice hiriente, juzgadora y sin escrúpulos: “Si no fueras tan tímido ya estaría abierto”, “Si no fueras sordo él… “

El bote se está burlando de él en su cara por lo débil y endeble que es, Jimin quiere aventarlo al otro lado del salón para que se calle de una vez.

—No eres suficiente para él, ¿por qué crees que no se te ha acercado? No te engañes, ¿crees que le interesas de esa manera?

Una pequeña lágrima corre por su regordeta mejilla y Jimin la seca con una mano de inmediato.

—¿Crees que se va a seguir deteniendo por un sordo como tú? Él es un hombre, quiere a alguien que pueda darle lo que quiere y no a un tonto chico mudo que no se atreve a abrir la boca por miedo, o talvez porque sabe muy bien que es poca cosa.

Otra lágrima cae de los ojos de Jimin y esta no puede ser limpiada. Las palabras dan vueltas en su cabeza una y otra vez. Se gira sobre sus talones a mirar la inmensa lona de papel en blanco esperando a ser pintada, es enorme comparado con su pequeño cuerpo, de pronto se siente diminuto y abrumado encogiéndose hasta ser como un pequeño insecto pisoteable y patético, no tiene lo suficiente para llenarla de los colores necesarios.

No es suficiente para Yoongi.

—Claro que lo eres.

Min Yoongi está parado detrás de él, Jimin se gira dando un respingo muy asustado al cuerpo que se acerca lentamente a él. Yoongi lo acorrala hasta que su espalda pega en la pared, Jimin lo mira desde abajo con ojos acuosos y grandes por las lágrimas derramadas.

La garganta se le seca cuando Yoongi toma sus mejillas claras con dos manos, son tan suaves y grandes que acunan su rostro con tanta delicadeza como para hacerlo derretir. Sus ojos miel son oscuros esta vez, hay deseo en ellos, una petición clara y ferviente en sus iris implorando por algo que Jimin se muere por dar. Su corazón está temblando en su pecho igual que sus piernas pero es Yoongi quien lo sostiene desde abajo para no dejarlo flaquear.

𝐄𝐥 𝐏𝐢𝐚𝐧𝐢𝐬𝐭𝐚 [𝐘𝐨𝐨𝐧𝐦𝐢𝐧] +𝟏𝟖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora