CAPÍTULO SEIS

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Jimin tenía una respiración tranquila sobre el rostro y una mano en su cintura cuando se despertó.

El dolor volvió a ahogar su interior sin dejarle respirar al recordar lo que había pasado, su realidad.

Su madre ya no está, jamás la volverá a ver, la ha perdido y no hay nada que pueda traerla de vuelta. No volverá a verla sonreír, no volverá a ver su voz, hablar con ella, abrazarla. Miles de escenas y recuerdos atacaron su mente frágil por el duelo, escenas en las que ella tocaba el piano cuando era niño y todavía había tendió la oportunidad de tenerla saludable y jovial.

Jamás.

Jamás podrá tenerla en sus brazos besando su cabeza como tanto ama y le calienta el corazón haciéndole creer que las cosas no son tan malas como parecen, porque lo son. Es sordo, su padre murió, ahora su madre y está solo. El cuerpo debajo se remueve porque Jimin ha empezado a llorar se nuevo sin poder contenerse. Yoongi se aclara la garganta y refregándose los ojos se endereza sobre el respaldo para seguir abrazando a Jimin sin palabras, sólo compasión.

No está solo, lo tiene a él. Su rostro se esconde en su cuello respirando y existiendo sin ganas o motivos. ¿Por qué, Dios? Ni hacerse a la idea le había preparado para perder a la última familia que le queda.

Yoongi hace que Jimin flexione sus rodillas y lo vuelve en una pequeña bolita para apretarlo más fuerte, como si eso pudiera disminuir de alguna forma su dolor. Jimin no sabe qué haría si no lo tuviera, esto sería mucho peor, pero es que no hay nada que le quite el dolor del duelo por alguien que nadie puede traer de vuelta o algo que nadie puede cambiar.

Las cosas pasaron, ella enfermó, Jimin cuidó intensivamente de ella tres años de su vida desde que empezó a sentirse mal y la llevaron al especialista con sospechas de que esa toz no era tan inofensiva como pensó. Cáncer de garganta, un tumor que creció durante esos tres años porque no tenían dinero para una cirugía. Para el último año ya no había nada que hacer sin que la cirugía no fuera peligrosa aunque pudieran pagarla. Meses resignándose y aun así no había poder humano que pudiera hacer esto más soportable.

Se aferró a Yoongi con su vida, los ojos cargados de lágrimas, ojeras y cansancio, sus pies hormigueando por el largo camino que recorrió desde el panteón donde la enterró con sus propias manos hasta su domicilio. Yoongi no puede hacer mucho, no lo culpa pero Jimin tampoco puede ser nada sin él. No tiene idea de cómo hubiera acabado si Yoongi no hubiera estado ahí para sostenerlo cuando tocó su puerta.

Las lágrimas de Jimin están mojando su cuello y sus manos no han dejado de temblar, Yoongi las coloca sobre las suyas en su pecho cubriéndolas casi por completo y lo empuja un poco hacia atrás para que se acueste sobre su espalda en la cama, ahora es él quien se acurruca a su lado y baja su perfil a su cabeza, cerca de su oído.

Jimin mira al techo sin mirarlo, entre las nubes de sus lágrimas borrando su vista mojada e irritada por el llanto, con el labio inferior tembloroso. Su nariz no deja de sorber y picar, sus labios están pálidos al igual que sus mejillas sin color, sin embargo siente a Yoongi hablar en su oído, porque las cosquillas le están susurrando secretos.

Yoongi pasa mechones de su cabello por detrás de su oreja peinando aunque ya tiene todo el camino despejado y acaricia el arco con un dedo enganchando su palma a su hombro a la vez que entrelaza una pierna con las suyas. Jimin deja caer su brazo y toca su abdomen jalando de la parte media de su playera trabando ahí su mano y mordiendo sus labios aunque es imposible calmar sus sonidos sin voz.

Juega con el lóbulo de su oreja y pasa un dedo por su mejilla usando sus lágrimas para humedecer ese dedo que pasa suave por sus pestañas llenas de gotas saladas respirando contra el costado de su cabeza.

𝐄𝐥 𝐏𝐢𝐚𝐧𝐢𝐬𝐭𝐚 [𝐘𝐨𝐨𝐧𝐦𝐢𝐧] +𝟏𝟖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora