CAPÍTULO UNO

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Min Yoongi no puede dejar de mirarlo fijamente.

Probablemente se está viendo grosero o como un acosador espeluznante pero es que el chico es fascinante en el sentido de que…

Jimin es diferente, sólo es eso.

Si Jeon no le hubiera dicho que Jimin es sordo, él jamás se abría dado cuenta. Yoongi está parado a la distancia observándolo con brazos cruzados y su expresión se mantiene neutra. El chico es nuevo, —no lo es—, al menos él jamás lo había visto por aquí. Su sordera es nueva también. Simplemente es algo nuevo que ver aquí en el salón de la Escuela de Arte.

Sus manos recorren su propio brazo hasta toparse con su plateado reloj de muñeca que encontró en una venta de garaje de segunda y se reajusta su traje de gabardina negro que da el gatazo, aún no está seguro de qué tan buena idea fue la que Jeon acaba de tener.

Jimin está pintando al otro lado del salón como cualquier otro chico normal pero Yoongi nota lo diferente que es a otros chicos. El lugar está lleno de alumnos desparramados que pintan trabajos y tareas de acuerdo a como les van asesorando sus profesores. Hay chicas en el suelo con su overol, trajes de mezclilla y cara llena de pintura o chicos que se fueron a lo grande y pintan murales usando andamios pero Jimin está sentadito en un banco crema de madera dando pinceladas libres en un mediano y discreto carrete casi terminado.

La obra es… simplemente fascinante, incluso desde lejos.

Sí, definitivamente se está viendo como un acosador espeluznante, es que no hay otra palabra para decirlo.

Yoongi no está seguro de a qué se refiere él mismo al describir a Jimin como “fascinante” pero lo es. Talvez por ser diferente; discapacitado y tan normal a la vez.

Tiene talento, lo derrocha con facilidad a cada pincelada. Sería un pésimo profesor si no se diera cuenta.

Su traje azul mezclilla también está sucio pero al joven no parece importarle menos, la mangas le quedan grandes, sus Converse recubriendo su delgado tobillo ya no son blancos. Está tan ensimismado en su trabajo que no se da cuenta que el profesor Min se ha parado detrás de él a observar su pintura más de cerca.

—Lo haces muy bien. ¿Qué interpretación tiene tu pintura?

El significado de algo que le das tú siempre puede ser relativo y objetivo a los ojos inapropiados pero Yoongi es un hombre de una gran sensibilidad artística como para saber distinguir una obra de arte cuando la ve. Sus ojos son apropiados, analiza los bellos colores que saltan a su vista, al menos hasta darse cuenta de que Jimin lo ha ignorado por completo y que Yoongi está hablando solo.

Yoongi es un profesor respetado, un artista.

También es un idiota.

Por supuesto que el niño no escucha, es sordo. Se siente un ridículo por tampoco haber notado que trae puestos unos audífonos de cabeza, ¿cuál es el punto de todos modos si no puede oír?

Mueve la cabeza lentamente de un lado al otro en negación y cierra los ojos decepcionándose de sí mismo, ojalá que nadie haya visto eso. Se cambia de lugar y en vez de quedarse detrás, llama su atención inclinándose hacia él por delante a un costado de su carrete de pintura haciéndole ademanes y revoloteando sus manos para que por favor se quite los audífonos.

—Mucho gusto —es lo único que se le ocurre decir. Min le extiende una mano profesional.

En el momento en que Jimin se quita los audífonos saliendo de su mundo de inspiración, todo se vuelve una silente bruma pesada que podría ser pacífica de no ser porque en el momento en que Jimin vio al hombre frente a él sintió de nuevo ese habitual atisbo de ansiedad social por perder la comprensión de la mayoría de las palabras que articulaba.

𝐄𝐥 𝐏𝐢𝐚𝐧𝐢𝐬𝐭𝐚 [𝐘𝐨𝐨𝐧𝐦𝐢𝐧] +𝟏𝟖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora