Capítulo 6

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Tyler despertó tan desorientado como los días anteriores, el sol apenas salí y ver el amanecer en el límite del mar y el cielo era algo que le llenaba de calma, así que se sentó sintiendo aún algo de sueño y se cubrió con la manta que solía usar por las noches. En el bote no solo había comida, tenían bengalas, la manta que con la que se envolvía, baterías, la lámpara de la que no se separaba, incluso un botequín de primeros auxilios.

Miró a Zilark preguntándose si él no tendría frio, la segunda noche del viaje fue él quien sacó la manta y se la dio diciéndole que la necesitaría. Y vaya que sí, pues, conforme más días pasaban, el clima nocturno se hacía más gélido, quizá por la distancia que ya habían recorrido.

Estaba a su lado, así que le compartió la mitad y volvió a levantar la mirada hacia el horizonte, era el quinto día, pensó entonces que tal vez pronto llegarían y ya no podría volver a ver ese mismo amanecer, al menos no así, tan solitario, tan cercano, en realidad pensaba que no volvería a una playa en largo tiempo, se quedaría muy lejos del mar después de pasar por todo eso.

Entonces decidió quedarse con un recuerdo, buscó el celular en donde lo guardó y al tenerlo lo encendió para abrir la cámara.

Tomó varias fotografías, incluso se puso de pie para tener el mejor ángulo, y mientras lo hacía notó que las ballenas comenzaban a alejarse del bote. Se había acostumbrado a ellas, al menos a saber que estaban ahí, porque cada mañana las veía alejarse con esa aleta superior por encima del agua y esa cola con la que se impulsaban.

Sin embargo, esa mañana ellas actuaban distintas, no nadaban para marcharse, sino que comenzaron a jugar entre ellas y de pronto una saltó sorprendiendo a Tyler.

Por supuesto que algo como eso debía grabarlo, así que se quedó ahí, de pie con el celular capturando todo ese hermoso espectáculo mientras sonreía por lo bellas que eran. ¿Quién iba a pensar que perdería el miedo al punto de disfrutar verlas?

Otra saltó también y le siguieron las demás, eran al menos cinco, cinco enormes e increíbles orcas jugando tan cerca del bote, que de pronto los movimientos causaron olas y éstas provocaron turbulencia, Tyler se preocupó entonces, si continuaban podrían volcar el bote, dejó de grabar y se hincó junto a Zilark moviéndolo para que despertara.

El mayor se cubrió la cara con un brazo pretendiendo seguir durmiendo, pero cuando sintió lo que pasaba se despertó de inmediato y al sentarse vio hacia el lado opuesto del que nadaban las orcas.

Tyler, confundido, le tomó del brazo y quiso decirle que prestara atención a lo que sucedía del otro lado, pero al mirar en esa misma dirección sintió que moriría de felicidad, jamás deseó tanto ver edificios y civilización.

—Están despidiéndose. —dijo Zilark volteando finalmente a verlas y se inclinó en la orilla del bote estirando la mano para que una pasara debajo siendo acariciada.

—Llegamos. —jadeó Tyler perdido en la imagen de tierra firme que tenía tan cerca y a la vez le parecía increíblemente lejana, necesitaba llegar ahí para saber que era real.

—Parece que sí.

Fueron los minutos más tensos en la vida de Tyler, la ansiedad de llegar causaba estragos internos en él, pero logró mantener la calma y pudo disfrutar de la vista cuando las orcas finalmente se fueron, poco después al fin arribaron en la costa.

Había algunas personas a lo lejos, Zilark no les prestó mayor atención y le ayudó a bajar del bote.

—Esto es increíble, eres increíble, ¡gracias! —exclamó Tyler abrazándole efusivamente y al separarse de él observó todo el lugar sintiendo su corazón latir desenfrenado.

Un océano de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora