Capítulo 8

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Tyler llegó con Zilark a la habitación y tomó su rostro volviendo a besarle mientras se dirigían hacia la cama más cercana, bajó sus manos para quitarle aquella bermuda que tanto insistió en que debía usar, junto a la misma ropa interior que le dio esa mañana y ahora le parecía un estorbo, entonces lo empujó haciendo que se sentara.

—Oye, esto...

—Zilark, ¿por qué no te relajas? —le interrumpió antes de escuchar lo que iba a decir, porque incluso en ese estado, sabía que su comportamiento no era apropiado para alguien que tenía una relación, un compromiso en realidad.

Sin embargo, deseaba a ese hombre como jamás imaginó desear a alguien, y tal vez nunca sería un buen momento para expresarlo, incluso si sabía que eso iba a terminar en cuanto Zilark encontrara a su prometido, siendo ese el mejor de los escenarios, de lo contrario, sería su amante solo esa noche, ambas opciones podía aceptarlas, lo que no toleraría, sería no haber aprovechado la que podía ser su única oportunidad.

¿Por qué le fascinaba tanto? Tyler se hincó delante de él mirándole a los ojos, su profunda mirada era tan misteriosa, pues no le permitía saber en qué pensaba mientras se atrevía a tomarle entre sus manos.

Bajó la mirada y acercó su rostro observando con sorpresa el miembro que sostenía, el cual ciertamente imponía por lo perfecto que era. Aunque Tyler no conociera muchos como para hacer un gran juicio, tampoco era tan ingenuo para no saber que esa verga era quizá la mejor que tendría el placer de tocar. ¿Acaso era tan grande y dura porque Zilark venía de una especie distinta?

Miró esas piernas que estaban a ambos costados de su cuerpo, musculosas y varoniles como todo en ese hombre, recordando que su naturaleza radicaba en tener una enorme cola de pez, y eso en lugar de causarle algún tipo de rechazo hacia la idea de seguir, le provocaba más que nada curiosidad.

—Tus piernas, ¿cómo es que pueden parecer tan reales?

—Son reales. —respondió Zilark tomándole de las muñecas para proponerle detener aquello, pero el chico le miró totalmente determinado a no levantarse. —Deberías descansar, estuviste todo el día manejando ese vehículo...

—Es un auto. —dijo Tyler sonriendo al acariciar el falo que sostenía, viendo que provocaba un cambio en la actitud del mayor, quien le soltó colocando las manos sobre la cama y apretó las sábanas debajo.

— ¿Por qué estás haciendo esto?

—Porque me gustas. —respondió mirándole a los ojos. — ¿Es que no habías estado con alguien antes?

Zilark no respondió, ¿cómo explicarle que no tenía idea de cómo lo hacía un humano? Peor aún, que si le permitía continuar era solamente por la curiosidad que sentía respecto a ese tema, después de haber pasado tanto tiempo juntos surgieron conversaciones sobre costumbres, creencias, y más, pero nunca hablaron de sexo. Sobre su reproducción, lo único que Zilark sabía era que entre humanos no existía un tercer género natural, como lo eran los sirenos en su especie, ningún varón humano podría concebir una cría en su propio cuerpo, porque no existía en ellos el sistema reproductivo que se requería, al menos hasta donde su limitado entendimiento llegaba, porque aún había muchos aspectos que no entendía de ese mundo.

Suponía, por lo que el mismo Tyler días atrás le explicó, que no era algo significativo el sexo entre personas que no tenían relación alguna, y si el chico estaba dispuesto a probar, ¿qué importaba si continuaban? Aunque el desconcierto y preocupación sobre el paradero de Karsis le hacían difícil concentrarse del todo en algo como eso.

— ¿Esto también es real? —preguntó Tyler volviendo a atraer su atención.

— ¿De qué hablas?

Un océano de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora