—Dormiremos juntos, ¿no te molesta? —preguntó Tyler tras salir del baño con un pantalón ligero y una camisa que compró como pijama, pues ya era tarde y tenía sueño.
— ¿Por qué me molestaría? —Zilark se encogió de hombros y se acercó para sentarse en ese suave lecho que era muy distinto a la dureza del barco donde llevaban días durmiendo. —Es muy cómodo.
—Bueno, lo decía por otra cosa, pero está bien, no me hagas caso. —sonrió sentándose del otro lado después de abrir las cobijas y se metió en ellas cubriéndose hasta el cuello. —Descansa.
— ¿Tienes frío? ¿Por qué el clima aquí dentro es tan diferente que en el exterior?
—Porque le bajé mucho al aire acondicionado, por eso hace frío aquí.
— ¿Y si le subes? Parece que vas a congelarte.
—Me agrada el frío.
Zilark se quedó en silencio pensando que eso no era del todo cierto, pero sonrió por lo contradictoria que era esa situación, cuando en el bote Tyler constantemente se quejaba porque la temperatura era en exceso baja, entendía que no era la misma situación, así que no le dio mayor importancia y también se acostó dejando que el silencio les envolviera.
Pronto la respiración lenta de Tyler le avisaba que el chico se había dormido completamente, así que salió de la cama y tomó aquella tarjeta con la que el menor había abierto al llegar a la habitación, retirándose de ésta evitando hacer cualquier ruido que pudiese alertarle, lo menos que quería era interrumpir su descanso, pero tenía algo importante qué hacer antes de alejarse demasiado del mar.
La noche pasó y Tyler despertó en medio de la cama extrañándose cuando notó la ausencia de Zilark. Se sentó buscándolo en la habitación, y al no verlo se preocupó pensando que si salía podría perderse, incluso si se trataba de un hombre adulto, no conocía nada de ese lugar y posiblemente podría desorientarse si se alejaba del hotel.
Se levantó de prisa, pero enseguida vio la puerta del baño abierta, notando también que había una cosa verde que parecía una hoja de alguna planta en el piso, al acercarse pudo saber que era una especie de alga, y más adelante había un costal que claramente no era suyo. Entró al baño sin tocar nada para finalmente encontrarse a Zilark recostado en la tina de la bañera con esa enorme cola en lugar de piernas y parecía muy cómodo, incluso sonrió al verle entrar.
— ¿Qué haces? —jadeó Tyler mirándole desde la puerta.
—Pues, pensaba volver a bañarme como me dijiste ayer.
—Ayer no tenías la cola, ¿por qué la tienes ahora? —se acercó comenzando a preocuparse al recordar la última vez que no podía cambiar era porque estaba herido. — ¿Te has hecho daño?
— ¿Qué? No, nada de eso. Estoy bien, es solo que aún no me acostumbro a las piernas de humanos, y después de volver a cambiar pensé que podía quedarme así un rato más.
—Entiendo, debió ser difícil pasar todos esos días en el bote sin que cambiaras. ¿Por qué no lo hiciste? Es decir, estábamos en el mar.
—Porque no quería que creyeras que te dejaría en ese bote, además, a veces el mar no es tan apacible y si perdía el bote podría haber sido difícil encontrarlo.
La cola se fue disolviendo como si fuese agua, fundiéndose en la que había en la tina y dejando finalmente un par de piernas con las que Zilark pudo ponerse de pie y salir de ahí, causando en Tyler una ola de calor que trató de disimular regresando a la habitación.
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Un océano de distancia
General FictionTyler era un chico cualquiera celebrando con sus amigos el haberse graduado de preparatoria, un crucero fue la opción más atractiva para todos y se podía decir que lo estaba disfrutando, pero caer en mar abierto, en medio de la noche, sin ningún tes...