Capítulo 1

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1 de julio... 5 am.... Ciudad Capital....

Una densa niebla extraña para la estación, comenzaba a descender entre los grandes edificios del centro, enroscándose en ellos como si se tratase de una serpiente, los grandes ventanales de cristal, que cubrían lujosamente a muchos de ellos, se empañaron por el frio que comenzó a extenderse lentamente a través de la ciudad.

La penumbra aun dominaba en su mayoría, pero algunos coloridos rayos naranja comenzaba a danzar en el horizonte, el negro perpetuo de la noche se aclaraba cada vez más, pero la niebla hacia lo contrario, una solitaria figura, ataviada con gabardina y capucha, contemplaba todo desde la torre más alta de la catedral, la niebla pronto llegaría a él y si no encontraba refugio, bueno, era mejor hacerlo, rompió el candado de la puerta, por la que cada mañana el sacristán entraba a tocar la enorme campana de bronce, entro al lúgubre pasillo, un olor a humedad lleno sus pulmones, bajo con cuidado los escalones, pues eran muy angostos, no entendía como el sacristán, que era un hombre ya en sus 70 lograba subir por ellos todas las mañanas.

El frio comenzó a calarle los huesos, en cuestión de segundos la temperatura había descendido por lo menos 10 grados, así que esperando que el patrono del templo lo ayudase, comenzó a bajar los escalones de dos en dos, la niebla no podía alcanzarlo, llego a una vieja puerta de madera apolillada, forzó un poco la entrada y se abrió, rápidamente la cerro y trabo con una vieja escoba, había llegado a un pequeño cuarto, con una tenue luz lechosa, que provenía de un foco en el techo, supuso que era el descanso de la torre y la bodega, giro sobre sus talones, encontró algunos muebles rotos, imágenes religiosas que en otro tiempo debieron ser hermosas y veneradas, pero que el polvo, la humedad y el tiempo les habían pasado factura, encontró una sábana mugrienta cubriendo algo, de un color que se había perdido hace mucho, la retiro y quedo al descubierto un viejo y destartalado piano, se envolvió en la mugrosa tela y se metió debajo del instrumento musical, esperando que fuese suficiente para sobrevivir......

1 de julio... 8 am.... Ciudad Capital....

Un pecoso adolescente de 16 años bostezaba con fuerza y se frotaba los ojos para desperezarse, se incorporó y se quedó sentado un par de minutos sobre su mullida cama, un rayo de sol entraba por su ventana, golpeando su cabello rojo y arrancándoles algunos destellos a este, Froy miro su teléfono y suspiro, tenía 2 semanas de vacaciones y ya estaba aburrido, se puso en pie y camino a su armario, lo abrió y tomo algunas prendas, dio media vuelta y salió de su cuarto tomando rumbo a la ducha, Froy era hijo único, su madre era escritora y su padre orador motivacional, así que cada mañana era un desfile interminable de cumplidos y positivismo, no lo mal entiendan, ama a sus padres, pero en ocasiones eran unos rayitos de sol que terminaban segándolo.

Estaba algo molesto ese día en particular, se suponía que la tarde anterior deberían haber puesto marcha hacia la playa, pero su madre recibió un email de última hora, uno de sus manuscritos había recibido duras críticas, y tenía que arreglarlo antes del sábado a medio día o se retrasaría su publicación.

Treinta minutos después, Froy bajaba al primer piso, o si, al joven pelirrojo le encantaba tomarse su tiempo en la ducha, se sentó a la mesa, su madre estaba atareada escribiendo en su laptop, y su padre hacia el desayuno, cada que esa situación ocurría el chico hacia la misma broma

-Mama, entonces Hudson me invito al antro donde bailan mujeres desnudas y te hacen tatuajes por 5 monedas si comparto la aguja, ¿puedo ir? - dijo Froy y su padre se mordió la mejilla por dentro para no reír con la típica respuesta de su mujer

-Claro que si amor, llega antes de las 12 y nada de alcohol- al terminar la frase los dos hombres rompieron a reír, sacando a Wendy de su trabajo, cuando los miro riendo a carcajada, dedujo que la broma del bar con desnudistas se había vuelto a contar –muy graciosos- dijo con un tono de enojo falso

-amor, descansa un poco, no duermes desde ayer, toma- le dijo Marcos, le puso un plato con un omelete y una taza de café negro como la noche

-gracias- dijo Wendy besando a su marido en los labios –Mijo aquí está el tuyo- Froy sonrió y tomo el plato, no se parecía en nada a su padre, este era de tés morena y cabello negro y rizado, tenía mucho parecido a su madre, las mismas pecas, el mismo tono de cabello, sin embargo había heredado de su progenitor el gusto por la cocina, siempre le preguntaba por qué no se había dedicado a ello, su padre respondió, que para él, la cocina era algo sagrado, un recuerdo que lo conectaba con su madre y su tierra natal, no podía ponerle precio a eso.

-un inusual fenómeno se ha presentado esta mañana- anuncio la voz de la conductora de las noticias, algo amortiguada pues la tv estaba en la sala, Froy tuvo un mal presentimiento, no podía explicar que era, solo sabía que algo terrible se aproximaba, se levantó de la mesa y fue a la habitación contigua –cientos de palomas muertas por toda la ciudad, se cree que la causa es el inusual frio que se registró esta mañana- seguía diciendo la voz femenina que salía del televisor, la ansiedad crecía cada vez más en él, cuando llego a la tele se quedó helado, en primer plano se mostraba la catedral de Santa Catalina, un escalofríos recorrió todo su cuerpo –ma..a..ma..pa..pa..pa...- articulo con dificultad, sus progenitores llegaron justo cuando la reportera anunciaba –el sacristán de Santa Catalina se ha encontrado muerto en la torre que daba al campanario- las lágrimas abandonaron los ojos de Wendy y se abrazó a su consorte, Froy no podía dejar de llorar, su abu estaba muerto.

1 de julio... 11 am.... Ciudad Capital....

Froy estaba sentado en una fría y dura banca del hospital, sus padres estaban en la morgue reconociendo el cuerpo de su abu, a él no lo dejaron entrar por ser menor de edad, era algo injusto, quería despedirse de su abuelo antes de todos los procedimientos de preparación del cuerpo, al cabo de una hora sus padres volvieron caminaban junto a un médico y dos policías

-¿congelamiento?- pregunto su madre –sí, lo más extraño, es que para llegar a ese grado de enfriamiento, su padre debería haber estado en el polo norte, desnudo y en invierno- explico atónito el sanador -¿señores podrían repetirme de nuevo que hacia su padre en ese lugar?- pregunto uno de los policías

-mi suegro vivía en el convento, después de la muerte de su esposa, él no quería seguir viviendo en su casa, tampoco quería un asilo o irse con nosotros, dijo que necesitaba un poco de quietud, el párroco de Santa Catalina era un amigo cercano de Roland, le dio alojamiento y un trabajo- explico Marcos y los dos oficiales asintieron, Froy se puso de pie cuando sus progenitores llegaron a él -¿Y bien?- quiso saber –nos entregaran el cuerpo para los servicios funerarios hoy por la tarde- respondió sollozante su madre, el pelirrojo se quedó con la mirada fija en un punto del espacio, mirando sin mirar, de pronto ya no estaba en el hospital estaba en el campanario, su abuelo subía por las escaleras entre una espesa niebla, pero había algo raro, la niebla, se sentía ¿viva?, como si ¿respirase? o ¿latiera un corazón?, llego a la campana, pero se miraba muy mal, tenía los labios y el rostro morado, tiritaba a causa del frio, con los dedos entumecidos tomo la soga de la campana y cayó muerto....

-Froy, Froy, ¿doctor que le pasa? - decía la voz de su madre, mientras el volvía a la realidad –estoy bien mama, yo solo....- pero no supo que contestar, ¿Qué debía decir?, fíjate ma, que vi los últimos minutos de vida de mi abu en una visión

-Tranquila señora Caellum, solo está en shock, acaba de perder a su abuelo, es normal- la tranquilizo el doctor y la mujer asintió, los tres miembros de la familia se despidieron del doctor y se marcharon a casa, Froy estaba intranquilo, algo dentro de él, le avisaba que esa muerte solo era la primera de muchas, Froy sentía que estaba parado en el centro de un cementerio.

El Cazador de mitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora