Capítulo 6

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Ciudad Capital.... 08:15 de la mañana....... 16 de julio.......

--Detective Kamilla—dijo un hombre bajito vestido de policía, un hombre asiático que rondaría los 30 años se acercó, vestía una gabardina negra, jeans, una camisa negra a cuadros y traía un café en la mano derecha –otra víctima del frio—le informó nada más llegar –genial otra más—dijo cansado y se frotó la sien derecha – creo que esta es la victima cero—dijo la médico forense, que estaba a unos metros de ellos -- ¿está segura?—preguntó el oficial –la primera víctima fue el sacristán de la catedral de Santa Catalina, aproximadamente 2 semanas atrás, fue encontrado a las 6 am, calculo que esta persona, por el tono de su piel, la rigidez de sus músculos, moriría unas horas antes que el sacristán—informó la forense –ok, recojan todo lo que puedan, los veo en la estación—dijo el detective.

Una vez en su auto Takato profirió una grosería que hubiese hecho a su madre lavarle la boca con jabón, no podía entenderlo, ¿Qué demonios ocurría en su ciudad?, muerte por congelamiento, el ataque de un vampiro decían sus compañeros, al referirse al caso de las mujeres ricas a las que les chuparon la vida, ok, el frio era algo natural, suponía, aunque ni en invierno Ciudad Capital había alcanzado temperaturas tan bajas como para matar a alguien, no podía controlar el clima, pero el caso de las mujeres era algo distinto, algo o alguien estaba matándolas, en un inicio los casos incluían solo chicas de la clase alta, pero un par de días atrás, habían aparecido 5 cuerpos, de diferentes edades y sexos y ninguno era rico, había un abogado, pero no llegaba al grado de la clase alta de la ciudad, suspiró cansado, encendió su deportivo rojo y puso rumbo a la ciudad, pues tenía que ver otra muerte.

Ciudad Capital.... 11:45 de la mañana....... 16 de julio.......

Froy estaba sentado en el sillón de su casa, leía plácidamente un libro de pasta amarilla con los contornos de lo que parecían dos personas besándose, la verdad, es que solo fingía estar leyendo, su madre lo había acribillado a preguntas, ¿Por qué llegaste tan noche?, ¿Por qué estas empapado en sudor?, ¿Por qué Gavin tiene los labios morados?, obviamente no podía decirle que había luchado contra una fuerza arcaica del mal y que casi moría congelado, así que le mintió, le dijo que había estado en una fiesta con alguien y que a Gavin lo retaron a meterse a una bañera con hielo, era la peor de las escusas, pero por alguna gracia divina le creyó, su amigo se había marchado temprano y ahora él tenía que fingir que todo estaba bien, no podía preocupar a sus padres, había leído tantos comics que sabía perfectamente que revelarles su secreto los pondría en peligro, suspiro, cerro el libro, lo dejo sobre la mesa de la sala –ma, iré a patinar un rato—le dijo, la voz amortiguada de su madre salió de sus estudio –ok, ten cuidado y llévate el casco—Froy le respondió que sí, tomo su tabla y salió a la calle.

Deambulaba sin rumbo alguno por las calles de los suburbios, saludó algunos de sus compañeros de la escuela, ayudó a la señora Priestly a recuperar su gato, al cual tuvo que corretear por 20 minutos, hasta que logró acorralarlo bajo el jeep de los gemelos Lance, después de ese incidente decidió ir al cine, pensó que una película de comedia lograría animarlo, así que puso rumbo al norte, hacia el centro comercial más grande de la ciudad.

Las ruedas de su patineta hacían un ruido extraño al rodar por las calles dañadas de las afueras de los suburbios, de pronto el pavimento termino y la tabla dejo de moverse, extrañado Froy miro a todos lados, ese no era el mall, ni siquiera era el camino al centro comercial, sin darse cuenta se había desviado hacia el este, donde terminaban los suburbios y comenzaba el camino que conducía a los campos de cultivos a más de 5 km de la ciudad – ¿Pero qué diablos estoy haciendo aquí? – se preguntó en voz alta – es un excelente cuestionamiento jovencito – dijo la voz de un hombre adulto, Froy dio un salto del susto que lo hiso ver cómico, si el presente no hubiese sido un oficial entrenado se hubiese hachado a reír – hola, no te había visto – dijo el pelirrojo – soy el detective Kamilla – se presentó el hombre y mostro su placa – hola soy Froy, no me lo va a creer, pero yo iba rumbo al cine y termine aquí – dijo el adolescente – tienes razón, no te creo – respondió Takato, un ruido cercano los hiso enmudecer, por primera vez Froy fue consiente del ambiente que lo rodeaba, casas abandonadas, banalizadas, varios terrenos baldíos, cubiertos de césped y maleza, el ruido se escuchó de nuevo, pero más fuerte – Quédate detrás de mí – dijo el oficial, obediente el pelirrojo se puso tras él, sin embargo, antes de verlo, Froy sabía lo que era, saco de su bolsillo una pluma y al instante esta se transformó en una varita, el detective comenzó a caminar a paso lento hacia el callejón más cercano, desenfundo su arma y comenzó a apuntar con ella, armándose de valor el más joven alzo su varita y siguió a su compañero.

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