Blueberries

704 58 108
                                    

3

Cuando la campana sonó, ambos se volvieron al cliente con una sonrisa amable.

Era jueves por la mañana, por lo que sólo Alix y Luka se hallaban en el establecimiento en ese momento. Adrien se encontraba en clases y el azabache no pasaría por él hasta más tarde.

Las cosas marchaban bien entre ambos. Luego del suceso en casa del menor hacía cosa de dos meses, su tiempo juntos transcurrió de forma normal y natural. Adrien no volvió a insistir con el tema del sexo y Luka se limitó a disfrutar sus días al lado del menor, claro, con un par de reglas de por medio de parte de Emilie.

Aun así, era feliz y esperaba que eso no cambiara en lo absoluto.

El recién llegado se acercó a ambos, ignoró a Alix y se posicionó frente al más alto con gesto enfadoso. Luka no mutó su expresión sonriente sino que se mostró amable y accesible, creyendo que el hombre haría el pedido primero antes de pagarlo.

—Buen día, señor —saludó la chica, sintiéndose desplazada—. ¿Gusta algún sabor en particular? Tenemos un menú si lo requiere, ¿desea que...?

—¿Eres Luka Couffaine? —Interrumpió el hombre con rostro estoico sin volverse a la muchacha en ningún momento.

El azabache frunció el ceño con desconcierto, mas asintió de todas formas. No recordaba haber visto antes a ese sujeto, así que no entendía de dónde podía conocerle. Era demasiado mayor para ser alguna amistad de su hermana y lo percibía como alguien muy aburrido para congeniar con su madre.

Por lo pronto, lo ideal era lucir igual que siempre, inalterable. No tenía ninguna deuda y no recordaba haber hecho algo malo, así que no había de que sentirse culpable.

—¿Puedo ayudarle en algo? —Cuestionó con una de sus sonrisas cordiales.

—Quiero que te mantengas alejado de mi hijo —repuso en un tono amenazante que le puso la piel de gallina a la chica.

Luka, por otro lado, se mantuvo indiferente. Evaluó al hombre un instante, a detalle. No tuvo que unir muchos cabos para tener la imagen completa.

Claramente, ese sujeto era el padre de Adrien.

Si lo pensaba bien, quizá vio alguna fotografía de él en una ocasión, en un álbum de fotos, pero Adrien lo hojeó tan rápido aquella vez que sólo recordaba algo de pelo cenizo y un rostro inexpresivo.

Amplió su sonrisa. No iba a dejarse intimidar por ese hombre, mucho menos obedecer sus caprichos absurdos. No cuando él no tenía cabida alguna en la vida de Adrien. No tenía el derecho a exigirle nada.

—Lo siento —rio con educación—, creo que me está confundiendo. Yo a usted no lo conozco de nada.

Gabriel entornó los ojos con molestia. Ese mocoso le quería ver la cara de idiota, pero no lo iba a conseguir. Llegó ahí con un objetivo claro y no se iría hasta conseguir, aunque sea, una tercera parte de ello.

—Sé muy bien que ha salido con mi hijo por cerca de nueve meses. Esta advertencia no es un juego, Adrien es menor de edad y usted, joven, tiene veinticinco años, por lo que estoy enterado. Está incurriendo en un delito grave. Se le llama perversión de menores.

El muchacho parpadeó, confundido, antes de soltar una carcajada que puso muy nerviosa a Alix, quien veía todo con mucha inquietud. ¿Qué acaso Luka no tenia sentido de supervivencia? ¿Cómo podía reír en semejante situación?

Agreste le miró mal por esa reacción que no era lo que esperaba y que sólo consiguió hervirle la sangre de enfado. Si antes de conocerlo le desagradó, ahora quería alejarlo por completo de Adrien. Un chico como ese no podía tomar nada en serio.

Ice cream shop (Lukadrien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora