Peach and lemon

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Formuló una sonrisa calma al verle barrer el lugar con buen humor.

Había sido sólo una semana desde lo sucedido en el hotel, sobre todo lo que le contó y la sinceridad con la que le expresó sus sentimientos. Todavía pensaba en ello en ocasiones, preguntándose todo lo que Luka tuvo que soportar hasta ese momento. Ahora lo comprendía un poco más y, al mismo tiempo, admiraba su capacidad de mantener la tranquilidad frente a los problemas.

Aquel día entendió que el Luka que conocía y la persona que era, aún distaban un poco. Siempre creyó que había cierto muro entre ellos, no sabía cómo explicarlo, pero Luka tenía sus límites, no le contaba mucho respecto a él y parecía guardarse las cosas sólo para sí. Estaba seguro de que no quería que nadie viera esa parte tan vulnerable y por eso la ocultó de los demás.

Le dolía pensar que cada sonrisa que le dio antes de eso no fuera auténtica, que hubiera reprimido todo el sufrimiento que le embargaba para no hacer sentir mal a nadie, por eso le alegraba que eso hubiera terminado entre ellos. Al menos, Luka le tendría a él para desahogarse siempre que quisiera, o ese esperaba que fuera el caso. Quería ser su hombro para llorar cada que lo necesitara, así como él fue su fortaleza todo ese tiempo.

No quería ser sólo el novio al que tuviese que cuidar, sino alguien lo suficientemente especial e importante como para confiar pese a todo. Sabía que se preocupaba por él, pero no quería ser una carga, de verdad quería que se apoyase en él también.

Caminó hacia el azabache con presteza, observando su espalda con algo de anhelo. Apenas estuvo detrás de él, le abrazó, entrelazando ambas manos sobre su torso, lo que tomó por sorpresa a Luka que se giró con una media sonrisa calma.

Quizá, Adrien alucinaba, pero creía fervientemente que las sonrisas que el mayor le daba eran muy diferentes a las que solía regalarle antes. Las de ahora lucían más sinceras, más transparentes y naturales, lo que le hacía muy, muy feliz.

No pensó que podría enamorarse más de él, pero era claro que se equivocó una y otra y otra vez. ¿Acaso había un límite sobre cuanto podía amarlo? Tal vez no y deseaba con todo el corazón que lo mismo sucediera con Luka, que no se decepcionara de Adrien y sólo le quisiera más y más. Sí, era un pensamiento muy egoísta, pero no podía evitarlo cuando se trataba de Luka, quería ser el único para él, tal como lo era él para Adrien.

Sonrió de nueva cuenta al sentirle reír en medio del abrazo que el azabache correspondió.

—¿Qué pasa? Últimamente estás muy cariñoso, pero no me molesta. Es bastante lindo.

Adrien colocó un puchero, levantando la vista hacia el chico con gesto de falso enfado.

—Comienzo a creer que eres un fetichista de lo bonito. ¿Te gustan las cosas pequeñas y adorables?

La pregunta descolocó a Luka, quien no tardó en soltar una carcajada por la cuestión. Al oírle, Adrien no pudo mantener su gesto enfadoso, pero le molestó que incluso su risa fuera música para sus oídos. Ojalá no le amara tanto, al menos no a ese nivel en que le costaba enojarse con él y le perdonara todo sólo por los sentimientos que le provocaba.

Creía que era algo injusto.

—Me gustan las caras bonitas, ya te lo había dicho, pero no es un fetiche.

—A mí me lo parece.

Luka volvió a reír.

—La única cara bonita que me interesa ahora es la tuya, contigo tengo de sobra —sonrió, logrando ruborizar al más joven, quien escondió el rostro en el pecho del muchacho.

Ice cream shop (Lukadrien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora