Capítulo 3

265 23 0
                                    

—Señor, ¿va a salir? —preguntó uno de los hombres de seguridad interviniendo en el camino de Márkov que llevaba en la mano la llave de su auto.

— ¿Estás ciego? Por supuesto que voy a salir.

—Debo informarle que el joven a quien sacaron esta mañana sigue en la entrada principal.

— ¿Qué?

—No se ha movido de ahí, de hecho, hace unas horas ha estado acostado en el piso, parece que se ha dormido.

—Entiendo, llama a Sergio, dile que lo lleve a cualquier sitio lejos de aquí. —ordenó volviendo a caminar, pero se detuvo un instante para agregar algo. —Que se asegure de que no vea el camino.

Entonces siguió hasta la cochera y entró a su auto viendo a su otro empleado salir de la casa por la entrada principal. Las puertas eléctricas se abrieron y echó en reversa pretendiendo ignorar a ese muchacho, aunque, cuando había salido casi por completo, no pudo evitarlo del todo y su mirada se desvió hacia donde se encontraba el chico de pie con algo en la mano que le lanzó a su empleado actuando como un completo salvaje.


Karsis había despertado alterado cuando sintió a alguien tomándole del brazo, su vista estaba algo borrosa, pero pudo identificar una figura enorme sobre él, su sentido de alerta le bastó para levantarse de inmediato, alejándose del sitio y del hombre que pretendía acercarse de nuevo. Era de noche, sus ojos se adaptaron rápidamente, entonces miró alrededor y pronto vio una piedra de gran tamaño, no dudó en tomarla amenazando con usarla para defenderse.

—No... —quiso advertirle que no siguiera acercándose o le golpearía, pero su voz se apagó sintiendo una sequedad horrible de sus labios hasta la garganta, estaba demasiado sediento, jamás había sentido algo así.

—Debo llevarte a otro sitio, son órdenes. —dijo el hombre sin importarle la roca en la mano del chico.

Sin pensarlo, Karsis se la lanzó a la cabeza y corrió a la casa, había visto la puerta grande abierta de par en par, de la cual un vehículo (extraño para él) salía de la casa, así que entró sin dudarlo pretendiendo ocultarse ahí.


Mientras eso ocurría, Márkov, observaba impactado el comportamiento del chico que llegó hasta la puerta interna de la cochera y de ahí no pudo pasar, pues la seguridad de la casa se lo impedía, solo con una clave la puerta se abriría.

Bajó del auto y fue tras él, de camino tomó el tubo de un gato hidráulico que había en la cochera y lo pasó a la otra mano donde más fuerza tendría, dispuesto a usarlo si el chico actuaba en su contra, pues ciertamente no sabía qué tan agresivo podía ponerse, parecía tener el mal hábito de corresponder agresivamente cuando se alteraba.

—Eso no va a abrir por más que empujes. —dijo asustándolo, pues el chico se encogió antes de voltear a verle.

Pareció confundido por un instante y al mirar la entrada de la cochera se asustó volviendo a empujar la puerta hasta que sollozó frustrado y cayó de rodillas frente a Márkov. Él volteó notando que Sergio, su empleado, venía con una herida en la cabeza que sangraba y obviamente furioso, con intenciones de terminar su trabajo, seguramente también se desquitaría y no era para menos.

No impidió que lo hiciera, le dio el tubo que sostenía y se marchó escuchando el primer golpe que su empleado dio al usarlo, acompañado de un grito roto proveniente del chico.

Subió a su auto y arrancó alejándose de ahí, lo último que vio de Karsis fue su cuerpo temblando en la entrada de la cochera hacia la casa, tirado en completamente en el piso después del golpe que recibió, siendo arrastrado instantes después hacia la calle. Todavía vio por el retrovisor cómo su empleado lo subía a una camioneta.

Océano cautivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora