Capítulo 2

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Karsis vio al hombre caminar hacia él, podía notar que estaba molesto, su expresión y la forma en que caminaba denotaban agresividad y solo pudo pensar en alejarse de él, así que antes de tenerle demasiado cerca, corrió en dirección contraria adentrándose al pasillo hasta las habitaciones y llegó a la última, abrió para entrar y se recargó en ella respirando agitado al ver que el humano se aproximaba sin prisa, pero seguía luciendo realmente amenazante.

Cuando Márkov cruzó el pasillo pasó frente a una puerta que él recordaba bien haber dejado cerrada, pero ahora estaba un poco abierta y eso llamó su atención, entró pensando que el mocoso no iría a ningún otro sitio, debía averiguar que todo estuviese en orden y después podría arreglar lo otro.

Sin embargo, cuando cruzó la puerta su disgusto aumentó drásticamente observando todo fuera de su sitio, el mocoso debió haberse tomado la libertad de ir por ahí tocando cada cosa que dejó mal puesta, algunas incluso lejos de donde debían estar, salió enseguida y caminó más rápido hasta llegar a la habitación del final, era la suya precisamente, ¿qué tan estúpido debía ser ese chico para acabar metido en la cueva del lobo que pretendía cazarlo?

Empujó la puerta al notar que estaba siendo retenida desde el interior, usó suficiente fuerza para hacer que Karsis se quitara y escuchó sus pasos presurosos alejándose de nuevo mientras ingresaba en la habitación, oscura y silenciosa, pues el chico debió detenerse tratando de ocultarse.

Márkov se tomó el tiempo de cerrar bien la puerta, haciendo que la seguridad de la casa se encargara de evitar que el chico volviera a escapar. Entonces volteó y sonrió mientras caminaba recorriendo el lugar, le parecía un juego entretenido buscarlo en la oscuridad de la noche, esa sensación de saber que podía estar oculto en cualquier sitio era excitante, así que sacó su móvil haciendo que las cortinas se abrieran lentamente, era algo poco habitual, prefería mantenerlas cerradas la mayor parte del tiempo, pero esta ocasión era especial.

— ¿Crees que puedes ocultarte de mí? Podría encender la luz y encontrarte en un instante. —comentó sentándose en la cama, estando en el centro de la habitación le permitía observar todo mientras su visión se iba adaptando. —Pero eso sería acabar muy rápido, y yo no soy de los que hacen eso.

Escuchó un golpe de algo al caer justo en un mueble junto a la ventana. Miró en esa dirección y tras terminar de quitarse la corbata se puso de pie para acercarse, sin llegar aún se detuvo y enseguida los pasos del chico fueron rápidos mientras corría al otro extremo de la habitación, para ese momento ya podía ver su pequeña silueta moviéndose, llegando a la puerta que intentó abrir.

Márkov se quitó la camisa y después el cinturón, sosteniéndolo en una mano mientras tomaba la misma dirección en la que el chico había corrido.

—Veo que no eres muy bueno ocultándote, saliste más rápido de lo que esperaba.

El chico se pegó a la puerta aun intentando abrirla, aferrado a la manija cayó de rodillas cuando Márkov estuvo demasiado cerca, a solo un paso de él, y entonces volteó a verle. Sus ojos brillaron de una manera tan inesperada como inexplicable, haciendo al mayor dar un par de pasos hacia atrás sin entender cómo era posible, no había mucha luz que pudiera reflejarse, además, la forma en que resplandecieron, con el mismo color almendrado como si tuviesen luz propia, no tenía ningún sentido. Fue solo un instante, enseguida Karsis miró a otro sitio y el brillo había desaparecido antes de que se escabullera hasta el otro extremo de la habitación, por donde pasaba tiraba cosas; debía estar buscando otra puerta, alguna salida, y la encontró cuando se metió al enorme armario el cual le expuso por la luz automática que se encendió sobre él, eso no le detuvo, rápidamente cerró las puertas y al encontrarse dentro buscó cualquier agujero dónde ocultarse, metiéndose finalmente entre ropa que había colgada.

Océano cautivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora